La publicación en 2023 de Barbarella (ahora reeditada en formato rústica y con nueva portada) puso un buen parche sobre la herida de lo poco que se había editado a Jean-Claude Forest (1930-1998) en nuestro país; como autor completo sólo Hypocrite en 2007, el resto de obras editadas de Forest sólo era el guionista. Se trata de un personaje que es un icono y un referente pop de los sesenta del que se reeditan en formato de rústica sus dos primeros álbumes; originales de 1962-1964 y de 1966-1968.

Nos encontramos ante un rescate de primerísimo orden del patrimonio historietístico francés, europeo y, por ende, universal. Barbarella debe leerse atendiendo a su contexto y por ello, al igual que la colección de la editorial Cátedra sobre literatura en lengua española Letras Hispánicas acompaña cada obra con un estudio introductorio, esta edición de Dolmen hace otro tanto. Los diversos textos, las ilustraciones y la reproducción de materiales originales permiten que el lector entienda el gran valor artístico, histórico y sociológico de este cómic.

La trascendencia de Barbarella tiene que ver con diversos aspectos de los que comentaremos algunos de los más relevantes.
El principal aspecto remarcable es que es el primer cómic para adultos, esto es, no dirigido al público infantil, editado en Francia. Esta ruptura supone la aparición del cómic de autor en estado germinal. El segundo aspecto es ser un icono cultural de los años sesenta; al que ayudó mucho a consolidarse la imagen de Jane Fonda como protagonista del film homónimo de Roger Vadim de 1968. El tercer aspecto es ser un personaje femenino activo y nada florero. Es una aventurera protagonista y para nada la podemos relacionar con el descanso del guerrero que adoptan las protagonistas femeninas en muchas ficciones. Resulta oportuno hablar de feminismo y añadir a esta afirmación bastantes matices necesarios pues no la refutan sino que la contextualizan. Entre los años sesenta y este 2025 el feminismo ha tenido una evolución que necesita ser contemplada. El cuarto, es un dibujo portentoso, ligero y dinámico. Un dibujo que sigue fascinando sesenta años más tarde sin perder un ápice de su vigor y su gracia. El último aspecto, ser una heroína ligerísima de ropa y valiente, no violenta, pacifista y que aboga por el diálogo antes que por el enfrentamiento; muy en la línea make love, not war.

Como colofón, volver a recordar que queda demasiada obra del Gran Premio de Angoulême de 1984 todavía por editar en muestro país.