Voy a confesar por aquí que según empecé a leer este último trabajo de Miguel Vila (1993, Padua, Italia) empecé a sentirme decepcionado, sin darme cuenta de que el autor me estaba retratando. Leer en 2025 un cómic sobre la vida en el confinamiento (antes, durante y después) se me hacía un tema ya superado y ampliamente tratado, si bien podía reconocer perfectamente que era un tema muy del autor, plasmar las relaciones sociales con todo su abanico de incoherencias y fragilidades en un contexto como eso.
En ese aspecto Comfortless no defrauda. Su realismo sucio y su narrativa “musical” codificada a partir del tamaño y la forma de las viñetas, además de su disposición en la página, pormenorizan los detalles de la vida cuando esta se trastoca y todo cambia pero en el fondo nada lo hace. La vuelta de tuerca del cómic reside, en mi opinión, en su prolongación. La obra, a pesar de su estructura un poco monótona, de episodios cortos que va alternando el foco al elenco protagonista (coral, como en otros trabajos), sigue una pauta de tensión in crescendo. Todavía más, que dicha prolongación conecte con un pasado catastrófico, cercano, pero real con una ficción proyectada, es lo que da el golpe definitivo en la mesa.
Muy probablemente, se va a mencionar mucho Cuando el viento sopla de Raymond Briggs en las reseñas del cómic de Vila. Es justo en tanto que ambos son un retrato social y ambos tratan el grave problema de la desinformación de la población y su desamparo. Pero si el cómic de Briggs nos sobrecogió en su momento (y quizás ahora también), el de Vila va un paso más allá. Hemos tenido cuarenta años para aprender del cómic de Briggs. Pasamos por una pandemia, siendo conscientes de lo perdidos que íbamos… y lo normalizamos. Miguel Vila, al recordarnos esto y, a la vez, proyectarnos imaginariamente un poco más allá, nos triangula exactamente cuan profundo en el abismo nos hallamos.