Febrero para galgos es el primer trabajo largo de Peter Jojaio (Albacete, 1988) autor al que veníamos siguiendo la pista ya fuera en fanzines auto-editados  (Ratón ManíaCapricho), en antologías como Terry (Fulgencio Pimentel, 2014) o en su anterior trabajo Picnic Saturnal (Apa-apa, 2016). Jojaio había tanteado siempre con el estilo y los distintos juegos formales en busca de distintas soluciones dependiendo del objetivo del momento. Ver todos esos recursos desplegados en una única obra larga era uno de los alicientes con el que esperábamos ansiosos el abordaje de este nuevo trabajo.

A pesar de que Jojaio no es un autor fácil, ni  tampoco apto para todos los públicos, el resultado final no deja de sorprender. Febrero para galgos es un tour de force que no hace concesiones y que difícilmente dejará impertérrito a ningún lector. Jojaio nos cuenta la historia de amistad de dos niños desde el punto de vista de uno de ellos. Dos amigos con una infancia complicada. Uno obeso y víctima de acoso escolar y el otro con serios problemas psicológicos en un entorno que no es nada favorable. Realidades sofocantes donde ni la redención ni la salvación son posibles y como mucho se puede aspirar a la supervivencia. Un contexto de acosadores escolares, lleno de delincuencia, drogas y abusones de patio o de callejón sin salida.  Familias desestructuradas, donde el alcoholismo y la violencia de género son el pan nuestro de cada día. La violencia no es un recurso, es la única vía, la consecuencia inexorable. En este dramático e intenso universo que crea Jojaio todo se desata de forma inevitable, en una espiral llena de alucinaciones y surrealismo. Un historia de una dureza extrema, sin moralejas, sin escapatoria, sin descanso. Cualquier atisbo de humor es un puro espejismo (ahí está el personaje del peluche del hámster), ni un solo rastro de compasión, ni una sola huella del humor que predominaba en Picnic Saturnal.

Sin duda alguna uno de los logros de esta historia es el magnetismo que consigue generar Jojaio, a pesar de la crueldad el autor apela a la curiosidad morbosa del lector y lo deja totalmente atrapado. Para soportar la dureza Jojaio usa hábilmente una serie de recursos: una geografía alejada para establecer cierto margen de distancia con la realidad del lector: la acción nos situa en un suburbio americano genérico del imaginario fílmico. Utiliza la línea clara y colores vivos.

A pesar de la crueldad el autor apela a la curiosidad morbosa del lector y lo deja totalmente atrapado

Los diseños de personajes son cercanos a la caricatura, más o menos amable dependiendo del estado mental del protagonista. De todos estos mecanismos destaca sin duda el enfoque de la historia, Jojaio muestra toda una serie de recursos formales que bien podrían resumir la evolución del cómic contemporáneo. Desde la alargada sombra de Chris Ware y Frank Miller hasta los recursos visuales de la vanguardia post-narrativa. Página tras página, ya sea con viñetas geométricas o libres, con pasillos entre ellas o sin ellas, regulares o no. La habilidad del autor reside en mostrar todos estos recursos pero sin convertir el resultado final en un catálogo de habilidades o pirotecnia gratuíta. Nada aparece si no tiene sentido en la historia, todos los juegos formales están plenamente justificados en la narración de la historia. El resultado global funciona en el impacto que el tebeo deja en el lector. A pesar de estar ciertamente domesticados en la digestión de contenidos de impacto capaces de vapulear cualquier sensibilidad todavía somos capaces de sentir la sacudida de una historia de violencia tan cruda.

Febrero para galgos puede llegar a convertirse en una piedra angular en la obra de Peter Jojaio. Un trabajo en el que ha invertido mucho tiempo y esfuerzos para encajarlo todo. Una forma de catalizar todas las influencias para llegar a destilar una voz personalísma en el panorama del cómic nacional actual y otro logro editorial de Entrecomics tanto en lo que se refiere al cuidado esmero de la edición como a la apuesta que supone la publicación de un trabajo tan arriesgado y personal.