Anya va a ser la próxima guardiana de las polillas, un gran honor que, sin embargo, también supone una gran responsabilidad para quien desempeña este trabajo. Nuestra protagonista tendrá que enfrentarse a la soledad, el cansancio y al frío de la noche, hasta que poco a poco va haciendo mella en ella.

En este cómic K. O’Neill (Nueva Zelanda) abandona su estilo de planos de color que definen las formas para priorizar la línea. De este modo nos encontramos con un dibujo de trazo suelto y expresivo lo que le da un carácter mucho más dinámico y fresco a sus viñetas. Muchas veces hasta recuerda a la animación en dos dimensiones, como si sus dibujos se pudieran usar como storyboard para una hipotética película.

Destaca también su uso del color, especialmente en una historia en la que tiene tanta importancia el viaje y el ciclo de día y noche, los cielos inmensos con degradados de lilas, azules y amarillos hacen que los personajes parezcan pequeños en su peregrinación por el desierto.

La Guardiana de las Polillas es más pausado y retrospectivo que otras obras como La Sociedad de los Dragones de Té, a esto ayuda que sea un cómic más largo por lo que hay más espacio para que Anya deambule por el mundo y reflexione. Tiene menos información por página (es un formato más pequeño) por lo que la acción puede respirar mejor. A nivel de temas también es más ambicioso, en este tomo se habla de enfrentarse a la responsabilidad y al agotamiento producto del trabajo, también a encontrar un balance sano entre disfrutar de la vida y cumplir con los deberes.

La Guardiana de las Polillas es un cómic extraordinario, muy bello y que resulta un paso muy interesante en la evolución de O’Neill como artista y, en mi humilde opinión, su mejor obra hasta la fecha. Aunque está enfocado a un público juvenil (yo diría que adecuado a partir de los 8-10 años), realmente lo puede disfrutar cualquier persona a la que le guste la fantasía, la obra de Studio Ghibli o sea fan de le autore.