Penélope es una cirujana belga que pasa la mayor parte del tiempo en misiones humanitarias en países en guerra tratando de salvar vidas. Cuando vuelve a casa se reencuentra con un marido que la ama, una hija que la adora, una familia que se preocupa por ella y un hogar acogedor. Parece que tanto ella como los suyos se han acostumbrado a las ausencias, pero, cual líneas divergentes, sus vidas se encuentran cada vez más alejadas. El regreso a casa y el reencuentro con la familia resultan cada vez más complicados.
Judith Vanistendael (Lovaina, Bélgica, 1974) expone en Las dos vidas de Penélope uno de los temas no resueltos de nuestra sociedad: la idea que ésta tiene y espera de la maternidad y toda la presión que esto conlleva. Estamos ante una mujer profesional, madre, que toma decisiones y se compromete. Y parte de estas decisiones que toma hacen que se cuestione el amor por su familia, que no cumple con el estándar tradicional. Como lectores, ¿Juzgaríamos igual a Penélope y sus decisiones vitales si ésta fuera hombre/padre?
La autora, con gran acierto, dota la historia con una red de personajes secundarios con entidad suficiente para mostrar la complejidad de la situación y retratar también el sufrimiento físico y emocional de los que se quedan. La propia protagonista nos lo cuenta de buen inicio: aunque se llama Penélope, ella ni espera ni teje como la paciente esposa de Ulises. Es su familia, su entorno, el que espera su regreso.
Otro de los temas abordados por la obra es el estrés postraumático de los cooperantes que trabajan en misiones humanitarias en zonas de conflicto. ¿Es posible centrarte en el día a día de tu acomodada vida cuando piensas constantemente en los muertos que han quedado atrás? ¿Es posible lidiar con la futilidad de los problemas del primer mundo tras este tipod e experiencias? De su última misión en Siria, Penélope se ha traído el fantasma de una niña a la que no pudo salvar en el quirófano. Ese borrón rojo en el bolsillo que aparece en la portada del libro aumenta su presencia a medida que transcurren los días en Bélgica, irrumpiendo en cualquier momento de su vida personal y familiar.
Vanistendael emplea enérgicas acuarelas para una historia cargada de intensidad sobre una mujer que no puede evitar sentirse cada vez más inadaptada, más fuera de lugar. La autora despliega recursos narrativos jugando con la composición de las páginas, distinta en cada escena. Ya desde el inicio nos atrapa con la narración en paralelo entre una operación en Alepo y la primera regla de su hija Helena: la sangre como elemento común de la escena y a la vez con un significado tan dolorosamente distinto.
Obra densa, honesta y llena de matices, su lectura genera un torbellino de emociones. Las dos vidas de Penélope constituye una excelente reflexión sobre la maternidad, la familia, la vocación, la dedicación en el trabajo, los compromisos (propios e impuestos) y los conflictos y contradicciones de nuestras vidas acomodadas.