Tras el éxito de su Mi experiencia lesbiana con la soledad, Kabi Nagata (Japón, 1987) se ha hecho un nombre en el mundo del manga gracias a sus autobiografias, tan sinceras como carismáticas. En este nuevo cómic, Nagata habla de su caída en el alcoholismo y cómo eso ha desembocado en un ingreso hospitalario debido a una pancreatitis. A lo largo de sus páginas la autora explicará por qué ha llegado a esa situación y reflexionará sobre las soluciones que tiene, siendo prácticamente una secuela de su anterior obra Acabé hecha un trapo huyendo de la realidad.

Cuando me destrocé el páncreas, empecé a vivir sigue la estela de los otros cómics de la mangaka con su estilo abocetado y fresco, esta vez con un tono de naranja en vez de su habitual rosa. Nagata tiene una línea muy suelta y es capaz de resolver cualquier dibujo con muy pocas líneas, lo que queda muy acorde con el tono cercano y honesto de lo que está contando.  La autora maneja muy bien cómo gestiona la información que da al lector, nunca siendo demasiado didáctica ni condescendiente, pero usando las infografías para que entendamos mejor su situación.

Leyendo este tomo me preguntaba por qué nos gustan tanto las autobiografías. Podría ser  fácil achacar al ego del autor, sin embargo hay gran parte de generosidad por parte de las personas que muestran de esa forma sus puntos más bajos. Este año se ha publicado Se está muy sola en el centro de la tierra de Zoe Thorogood, una obra mucho más dura de leer que la de Nagata pero que no pude evitar sentirme vista y comprendida al leerla a pesar de que mi vida se parece bien poco a la de Thorogood. Al final de Cuando me destrocé el páncreas, empecé a vivir, la autora dice que no importa donde estemos, no estamos solos. Y es que contar una historia no deja de ser una forma de establecer una conexión con otras personas.