Muy por debajo del radar ha pasado la segunda obra de Zuzu (Salerno, Italia, 1996) publicada en España. Por mucho que algunos quisiéramos pensar lo contrario, la verdad es que lo mismo pasó con Cheese cuando nos llegó. Pero en este caso creo que ha sido más notable el silencio cuando el carácter de la obra es precisamente el de remover internamente, aunque su contexto sea lo cotidiano.

Es un rasgo que comparte con Cheese. Ambas cuentan una vida cotidiana juvenil agitada por el deseo, las emociones y los miedos, con el cuerpo como algo mutante generador de conflictos, inconformidades, etc… en la presente nos vamos a la historia de Claudia, una chica que viaja a la ciudad para asistir a una audiciones y cuyas relaciones sentimentales son tan intensas como frágiles. Su cuerpo es singular: en varias situaciones adopta rasgos animales propios de una quimera, un aspecto que tanto la avergüenza como se entrega a él y una posible metáfora de la autora para hablar de la autorepresión de la mujer hacia su propio cuerpo por las convenciones y el prejuicio social.

Zuzu estructura Los días felices en tres actos, como en una obra de teatro, si bien el acto central define la historia y la introducción y la conclusión hacen las veces de marco y conexión de ciclo. Es esta una historia que maneja aspectos muy íntimos pero que también se entrega a la visceralidad. Muy a diferencia de Cheese, Zuzu se entrega aquí a la secuencia como un ejercicio del control del ritmo, algo que le permite, en algún momento, dar un volantazo que remueva al lector. Y funciona, a cierto punto la historia, con el cambio de punto de vista en la narrativa visual a partir de ciertos acontecimientos ha conseguido provocarme un mareo y sensación de delirio que otros cómics, con mucha más pretensión, no han logrado.

Diría aquella frase tan vista de que Zuzu “consigue mucho con muy poco” por el aspecto rústico de su estilo y esa ingenuidad del color imperfecto a lápiz. Pero la verdad es que aquí hay un trabajo profundo de estilo donde no sólo el trazo del dibujo sino también las texturas brutas transmiten mucho.