Después de fascinarnos con Cruzando el Bosque, Emily Carroll (London, Ontario, 1983) vuelve a demostrarnos que el terror es su punto fuerte. Sin embargo, en lugar de damas victorianas y fantasmas, aquí nos encontramos el horror que sufre la víctima de una violación.
Cuéntalo es la adaptación de la novela homónima de Laurie Halse Anderson, en ella se nos cuenta la historia de Melinda, una adolescente completamente traumatizada tras un episodio de abusos sexuales en una fiesta. Se trata de un cómic lento y opresivo. A pesar de que casi todo lo que sucede en él sea el día a día de una adolescente en un instituto, los sucesos de aquella fatídica fiesta han cambiado por completo a Melinda, la cual no es capaz de volver a su vida normal. Al aislamiento producido por su temor a contarle a alguien lo sucedido se une el acoso escolar que sufre por parte de sus compañeros. Además de su mala situación en la escuela, el ambiente dentro de su propia casa se ve afectado por unos padres que no le prestan demasiada atención. Todo empeora cuando descubrimos que el agresor de Melinda sigue yendo al instituto y empieza a acosarla.
Si la historia es ya sobrecogedora de por sí, el dibujo de Emily Carroll la hace aún más impresionante. El estilo que usa aquí se aleja de los colores saturados y los personajes fantásticos a los que nos tiene acostumbrados, pasando a una estética sobria y mínima en tintas negras y tonos de gris. Aunque las escenas sean principalmente costumbristas, los recursos que utiliza para plasmar el temor y el aislamiento de Melinda son excelentes, llenando las páginas de negro y distorsionando el trazo para enfatizar lo que pasa dentro de la cabeza de la protagonista. Destacar que el cómic no es en ningún momento excesivamente gráfico ni morboso, abordando la historia con el respeto que requiere.
Cuéntalo es un cómic duro y agobiante. No es demasiado recomendable para personas sensibles a este tema. Sin embargo resulta una lectura muy necesaria, especialmente para mujeres jóvenes. Hace 19 años de la salida de la novela y sólo unos meses del movimiento #metoo en redes sociales, en todo este tiempo la culpabilidad, el miedo y el aislamiento ante los abusos sexuales sigue siendo el mismo. Nunca están de más las obras que recuerdan que las víctimas que no han hecho nada malo y no tienen la culpa de lo que pasó.