Un pueblecito, en medio del bosque, poblado de animales antropomórficos que viven felices comiendo helados que prepara un pingüino. Allí llega un nuevo vecino, algo particular, poco dado a tener amigos y nada acostumbrado a recibir visitas. Pero Cascabel no va a darse por vencida y va a enseñar a ese gruñón lo que es la amistad, y lo rico que es compartir un pastel, dispuesta a cambiar la actitud del nuevo vecino.

Josephine Mark (Naumburg,  Alemania, 1981) adapta al cómic las historias de Der Barbeiss de Annette Pehnt (Colonia, Alemania, 1967) y Jutta Bauer (Volksdorf, Alemania, 1955) que habían publicado tres libros ilustrados sobre el personaje. Mark se lo lleva a su campo, con un estilo que sigue el de su anterior obra A toda pastilla (Astiberri, 2023), con esos animales encantadores y peludos, con ese dibujo de línea entrecortadas que dan textura a sus personajes, y esos colores que recuerdan a las acuarelas brillantes, un color que cuida especialmente para dar la iluminación de los distintos capítulos, que los ambienta en la hora del día, en la estación, y que cambian para resaltar los cambios de ánimo de los personajes, que además son super expresivos con pocas líneas, en especial el Gruñón protagonista. Con ese estilo construye unas historias que son muy divertidas, con situaciones con muchos gags, y que tienen siempre un final tierno, consiguiendo que el lector acabe felizmente blandito, ideal para que los peques apaguen la luz con una sonrisa antes de dormir.

Un nuevo cómic alemán que pensado para público infantil funciona para todos los públicos. La aproximación amable y llena de humor tiene diferentes niveles, y Mark consigue que sus personajes desprendan una ternura que reconforta, sin que este sea el principal objetivo de un tebeo. La calidad de los tebeos infantiles sigue en todo lo alto con el trabajo de Mark, dando otra muestra de lo mucho que hay en Alemania en particular y en toda Europa en general. Y el nombre de Walter Moers resuena en mi cabeza, pero eso seguramente sean cosas mías.