Emocionante, dura, dinámica, seria y divertida. Esta biografía de los años de juventud del célebre compositor, transmite en su forma todo el carácter atribuido al propio biografiado. Es el carácter también de una generacion de historietistas que le cambió la cara a la bande désinée, que nace con l’Association. Por la edad de Mikael Ross (1984) veo fácilmente a un autor que creció leyendo los tebeos de toda esta quinta y que ha asimilado muy bien los estilos, los recursos y las formas.

En esta biografía veo a Joann Sfar, a Christophe Blain y a Larcenet. Pero veo también una especie de domesticación del tono salvaje e irreverente que se gastaban especialmente Sfar y Blain, esos recorridos hacia adelante que uno nunca sabe donde van a parar. Ross se recrea en la anécdota pero como excusa para contar lo relevante de forma muy natural. Todos los sucesos de la vida del joven Beethoven quedan así contados con visos de realismo sin escatimar drama o humor. Sus fallidos escarceos amorosos resuenan también con los dramas adolescentes de los autores mencionados. Pero todo está al servicio de la biografía de la hoja de ruta a seguir. Es pues, y me perdonarán el tópico, un bólido francés pilotado por una mente alemana.

Vívido, intenso, poderoso en el trazo que inunda la viñeta de expresividad y un color que prima lo ambiental, El joven Ludwig resulta en una lectura altamente entretenida, en la que el lector podrá indagar los comos y porqués de su éxito y quizás algún apunte del origen de su habilidad.El lector de historietas: “El joven Ludwig: Los años de aprendizaje de  Beethoven”, de Mikael Ross