Tras la portada roja con dibujo minimalista y la bonita tipografía del título, lo primero que llama la atención de Budapest es el poderoso azul de la tinta escogida para imprimir el tebeo. Una masa de azul, que utiliza solo dos tonos y que desde el primer vistazo ya nos transmite la singularidad del último trabajo de Chema Peral (Vilanova i la Geltrú, 1985) donde se nos relata el periplo de Roúl Nada. Un veterano de la Guerra de Paz de la casi-resistencia contra los keekamis  que cansado de luchar busca retirarse en Budapest y dejar atrás el pasado y las secuelas de la guerra. Llegar hasta allí no será sencillo, y tendrá que pasar por distintas peripecias durante su largo viaje para acometer su destino: ganar un concurso de saltos, enamorarse, enfrentarse a monstruos, asaltar barcos, atravesar junglas.

Budapest es un cuento fantástico, una obra que tiene tanto de metafórico como de onírico, una aventura clásica, un viaje introspectivo. Llena de personajes de fantasía, con monstruos de inspiración azteca, guerreras gigantes, sirenas, agentes dobles. Todo para que Roúl persiga su intento de encontrar el sentido de la vida, o al menos buscarle un objetivo a la suya, que se ha llenado de odio y rencor. Dos sentimientos que ya no tienen cabida en su vida.
Una bonita fábula que Chema Peral dibuja con su personal estilo, un dibujo de línea clara, minimalista, con mucha mancha de tinta para dar volumen, pero sobretodo con una absoluta libertad anatómica que llama poderosamente la atención. En esta ocasión las caras son más geométricas que en trabajos anteriores, como en Esperando a Jean Michel (Apa Apa, 2013), las piernas son totalmente libres, se estiran, se encogen, se retuercen, en ángulos rectos o en curvas, incluso se pueden multiplicar, y las manos, siempre las manos, grandes protagonistas en su dibujo.
Peral se aleja del academicismo y se lanza hacia un dibujo más libre, igual que el protagonista de Budapest, en busca de nuevos caminos, todo ello a ritmo de jazz. Chema Peral tiene muchas inquietudes, además de ilustrador, dibujante, editor de fanzines en su propio sello Lupa y Sombrero, tiene un podcast sobre el mundo del dibujo donde hace entrevistas a colegas y también es DJ.
Sus pasiones son el dibujo y la música. Budapest rezuma música en todas sus páginas. Roúl quiere ser músico de jazz con su trompeta de madera, George Benson suena en las radios que aparecen por el tebeo. El propio autor reconoce que la obra fue concebidad bajo la influencia de Budapest by Blimp de Thomas Dolby, música que le acompañaba en la Maison des Auteurs de Angoulême donde durante cuatro meses estuvo trabajando en este proyecto. El resultado ha sido esta primera obra larga que edita la Cúpula, y que resulta en una bella fábula para reflexionar y dejar volar los espíritus libres con mucho ritmo.