Por otras obras que hemos visto publicadas de este autor en España (Basura y Mi amigo Dahmer) junto con esta última, se puede afirmar que Derf Backderf (1959, Richfield, Ohio, E.E.U.U.) es alguien que no es que no tiene miedo a hablar de los lugares o momentos más oscuros de la sociedad americana. Es más, se detecta una curiosidad natural.
Estas crónicas de la represión violenta y homicida del gobierno de los Estados Unidos bajo el mandato Nixon a las protestas estudiantiles antibelicistas son otra buena muestra de esa espíritu. Se detecta en ella la confluencia bastante inteligente de dos géneros que ayudan a construir una visión racional de los hechos sin despojarse del relato descarnado y real de lo que se vivió.
Uno es el cómic periodístico o de trasfondo histórico. Backderf construye el relato a partir de los puntos de vista de varios personajes en roles diferentes del conflicto. Hay una insistencia en observar todos los ángulos y contextualizar a fondo (quizás con demasiadas viñetas de volado de informacion que cortan un poco el fluir de la narrativa del relato). Sería esta la parte racional.
El otro género es el cómic bélico. Y me parece un hecho pionero (y acertado) tratar un cómic sobre represión violenta bajo esas claves narrativas y visuales. Porque posiciona aquellos actos como “crímenes de guerra”. A las claves tácticas de los sucesos (el autor aporta mapas y diagramas de los lugares de los hechos) les suceden una expresiva crónica que no se anda con cortapisas. Backderf tiene un estilo de expresividad bastante binario que, sin embargo, encaja bastante bien aquí. No me ha costado relacionar su estilo “underground” con el de los cómics bélicos antibelicistas de Harvey Kurtzman.
Kent State resulta así en una historia arrolladora, que no haría falta decir relevante en los tiempos presentes. Por lo que busca que no se olvide en unos tiempos de atropellos a la ciudadanía por parte de sus gobiernos electos.