Se me abultan los temas para hablar de esta edición integral. Por donde sea que la aborde, me desborda. El peso de un personaje capital en la historia del género negro: las múltiples adaptaciones hechas casi siempre sin la bendición de su creador (Donald Westlake); el inteligente trabajo de adaptación de Darwin Cooke (Toronto, Canadá, 1962) siempre con el respeto al original como brújula; o la increíble edición integral que ha hecho Astiberri a la altura de esta pieza ya venerada por todos.
Precisamente, el prólogo que ha decidido incluir la editorial (una charla entre Cooke, con el periodista Tom Spurgeon y el guionista Ed Brubaker) ponen todas las claves de como se forjó esta obra y el porqué de su calidad, de su fuerza. Cooke presentó su proyecto a Westlake con formalidad y profesionalidad, recibiendo las bendiciones del mismo. Y a partir de ahí, un trabajo de entender que modalidades y formas podían llevar mejor la novela al cómic. Un equilibrio entre dejar que la prosa de Stark se cuele en las páginas pero también dejar que lo visual impacte. Cooke apostó por un trabajo de artesano, con aguadas que tuvieran que funcionar a la primera, lo que le imprimió a la obra una fuerza hosca que conectaba efectivamente con la de Parker.
Cooke puso toda su maestría para ilustrar las esencias del personaje. Es un culto a su astucia, su persistente metodología sus agallas y su falta de escrúpulos. De alguna forma la fuerza del cómic como medio y sus años y años de ilustrar personajes icónicos conectan sin problemas con un personaje cuya infalibilidad mítica venía ya de serie. Lo que no era fácil era hacerla realidad sin convertirla en algo facilón o de serie B. Cooke se arremangó a fondo y aquí vemos porqué y nos explica como.
La edición integral de Astiberri (dos volúmenes con dos libros cada uno) mantiene esa potencia con este papel de alto gramaje, un tamaño algo mayor que las ediciones originales y a un precio inferior en conjunto. Para quitarse el sombrero.