Dice Jordi Costa, en el que es uno de los mejores prólogos jamás escritos para un tebeo, que Perro Nick vendría a ser eslabón perdido entre Makoki y Pepito Magefesa. Dos de las aportaciones más notables de Miguel Gallardo (1955, Lleida) a la historia del cómic, la primera de ellas junto a Juan Mediavilla (Burgo 1950). Y no le falta razón porque este extraño detective, de mentón prominente -o directamente barbi-culo-, se debate entre la tontunez y el desapego emocional de uno y otro. Perro Nick carga además sobre sus espaldas la enorme responsabilidad de haber sido una de las primeras andanzas de Gallardo en solitario asumiendo guión y dibujo.

Las maravillas de este tebeo pasan por el revolucionario trato del color en un contexto puramente ‘noir’. ¿A quién se le ocurriría pasar de vueltas el technicolor para abordar las peripecias de un detective privado? Estamos hablando de una historieta que Gallardo parió en pleno desmadre pre-olímpico: Si Mariscal logró en aquel entonces encumbrar a lo más alto de la cima de la mundialización una de sus creaciones (el ‘perrito’ Cobi) ¿No podía hacer lo propio Gallardo poniendo patas arribas el universo de Marlowe, Tracy o Mike Hammer?…con el permiso del David Lynch de Blue Velvet por supuesto, claro. Se para uno a pensar y no da crédito de lo que dio de si esa época en lo que a insignes personajes de historieta se refiere: El Torpedo de Bernet, el Peter Punk de Max….y of course este Perro Nick. Para que luego nos de para decir que el cómic vive ahora su época de gloria patria.

 

Si Mariscal logró en aquel entonces encumbrar a lo más alto de la cima de la mundialización una de sus creaciones (el ‘perrito’ Cobi) ¿no podía hacer lo propio Gallardo poniendo patas arribas el universo de Marlowe, Tracy o Mike Hammer?

 

La presente edición de La Cúpula redime y sacraliza a este detective de pocas luces, en un formato grandioso y trato exquisito (papelaje, gramaje y colorale a la altura de las circunstancias). Para aquellos cuya existencia era un triste devenir entre el lunes y domingo sabiendo que difícilmente podrían hacerse con la edición original de Ediciones Casset de Perro Nick -que por cierto, dicho sea de paso, le valió el premio a Mejor Obra en el Saló del Cómic en la fastuosa y festiva edición de 1992-.
Este rescate ha sido una de las mejores cosas que ha dado un año negro, el empeño, la dedicación y la ‘testarudez’ se debe en parte a labor de Emilio Bernárdez, al que estaremos eternamente agradecidos por este y otras recuperaciones pasadas y futuras. Sabe Dios, la OMS o el oráculo de turno si en el futuro algún alma caritativa se decidirá a rescatar otro de los tótems gallardianos de los 90: aquél espectacular Héroes Modernos en el que hizo tándem junto a Ignacio Vidal-Folch