Desde luego, este no ha sido el caso de la obra de Mirion Malle (Charente Maritime, 1992).

Porque, sí, Por si desaparezco es una obra sobre la salud mental. Sobre la depresión, concretamente. La que sufre Clara, su protagonista, cuya vida de veinteañera con un trabajo en una pequeña editorial y una incipiente carrera como escritora se le hace cada vez más cuesta arriba debido a esa depresión que la paraliza y no la deja avanzar.

Lo que podría ser otro relato costumbrista lleno de clichés que poner en la pila de retratos generacionales de aquellos que están a caballo entre los millenials y la generación Z es sin embargo una obra muy notable, muy bien narrada y con una gran capacidad de generar empatía en el lector.

Y es que Por si desaparezco ha sido una sorpresa a varios niveles.

Primero, por su acercamiento a la depresión, describiéndola de una manera muy auténtica, libre de prejuicios, consiguiendo que realmente nos metamos en la piel de la protagonista y de las personas que la rodean. Lo hace a través de escenas cotidianas muy bien elegidas, dibujando un retrato muy acertado del mundo de Clara a través de las relaciones de amistad, la precariedad laboral o las redes sociales.

Segundo, por su dibujo y narrativa. Aunque ya había publicado una obra en español, Manual para súper feministas (SM), Mirion Malle va a ser un descubrimiento para la mayoría de lectores. ¡Y qué descubrimiento! Malle se presenta como una autora con un increíble músculo para la caracterización desde el lenguaje corporal y verbal (excelente la traducción de Marina Borrás por naturalista y auténtica). La autora demuestra una gran capacidad para ilustrar momentos cotidianos con aparente sencillez y un tacto exquisito. Un dibujo de trazo suelto, desgarbado pero preciso a la vez, y un buen dominio de los tiempos para narrar incluso sin palabras. ¿No es maravilloso cuando aparece una autora que no teníamos en nuestro radar y nos da una lección de lo que debería ser un buen cómic?

El último factor clave de la obra es la delicadeza con la que la autora trata el tema, sabiendo en todo momento dónde colocarnos como lectores. Terminada la lectura me parece notable la capacidad para dirigir nuestra mirada hacia donde ella quiere en cada una de las etapas de la historia de Clara. Es capaz de hacernos pasar por todo tipo de sensaciones ante su situación, como si fuéramos una más de su grupo de amigas. Consigue que acompañemos a la protagonista en su periplo y que conectemos con su situación e inquietudes.

Se nota que Maille escribe y dibuja desde el conocimiento de las situaciones que plantea, y eso le permite mostrar escenas con las que, en mayor o menor medida, podemos sentirnos identificados, desde la ansiedad al burning laboral o la maldición de la página en blanco.

Tras su lectura, intuyo que Por si desaparezco acabará convirtiéndose en uno de esos cómics para dejar y recomendar, que sin duda pasarán de mano en mano por lo accesible de su propuesta y lo potente de su mensaje. Estamos ante una obra sobre la depresión muy sólida, accesible y sincera. Bajo su fachada de cómic juvenil se esconde una obra disfrutable por cualquier tipo de lector, con la que es muy fácil conectar y devorar página a página con suma facilidad. Un tebeo que ha llegado a nuestras estanterías sin hacer mucho ruido pero que merece un buen puñado de lecturas.

Publica La Cúpula con su habitual buen ojo para este tipo de obras. Quién diría que la casa de Makoki acabaría siendo refugio para una obra que trata con tanta delicadeza la salud mental. Sin duda, vivimos tiempos interesantes.