Ernest Hemingway es una de esas figuras del siglo XX cuya vida y leyenda trasciendecomo personaje de la cultura popular al nivel de su obra. Persona y personaje se fusionan al repasar su vida y obra. Era inevitable que captase la atención de Jason (Molde, Noruega 1965) siempre interesado por la cultura popular del siglo pasado a todos los niveles. Así que su nueva obra se centra en la figura del escritor norteamericano y lo hace incorporándolo a su personal universo, en el que la historia y la cultura popular se mezclan. Primero dibujando el viaje que hicieron Hemingway y sus colegas a los San Fermines en los años 20, un ambiente festivo que contrastaba con sus inquietudes artísticas, en busca de experiencias que sirvieran de inspiración para sus obras.
Jason los hace cruzarse con uno de sus personajes más queridos, el Mosquetero Athos, sufriendo males de amor. Así crea una intersección entre historia y fantasía que pone en duda la veracidad de lo autobiográfico en las obras literarias. La segunda parte pone a Hemingway a finales de 1944 en París dispuesto a acabar él solo con La Segunda Guerra Mundial. Jason entonces coge las fantasías del escritor para crear una aventura que recuerda a las películas de la segunda guerra mundial como El Desafío de las águilas (Brian G. Hutton, 1968) o Los Cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961). Llevando la vida de película del escritor un paso más allá, transformando su biografía. La parte final, con Hemingway ya en Cuba, se reencuentra con Athos, que no ha envejecido como el personaje de ficción que es, y cerrando la reflexión sobre la figura del escritor americano.
Jason juega con la vida de Ernest Hemingway, la lleva a su universo de animales antropomórficos con los que ha ido analizando la cultura popular del siglo XX. En esta ocasión para reflexionar sobre la inspiración, sobre la relativa importancia de las experiencias para la creación, y la necesidad del artista de trascender a su obra. Como el autor se convierte en personaje de su propia ficción. Hemingway, como Picasso, como Napoleón, son personajes que se han convertido en iconos pop más allá de sus obras o de su vida real. Unas reflexiones que Jason transmite jugando con esos personajes con su habitual estilo, esa línea clara fría, precisa, rozando el minimalismo, tanto en el dibujo como en el planteamiento de sus páginas, casi siempre fijadas en cuatro viñetas de igual tamaño por página. Un minimalismo que se centra en las conversaciones y en sus silencios, en las relaciones de los personajes. Las localizaciones muchas veces se resuelven con una viñeta en la que siempre se fija en un detalle reconocible pero común, como los tejados con buhardillas de París.
Siempre nos quedará Pamplona es otro libro de Jason que no defraudará a sus seguidores. El noruego sigue su camino en su universo en el que poco a poco evoluciona hacia a un minimalismo tanto en el dibujo como en la temática; el lector tiene que tener ya unas referencias presentes para entrar del todo en las historias que cuenta. Quizás dificulte así la entrada de nuevos lectores, pero mantiene una coherencia y un hilo con toda su trayectoria. Se trata de seguir leyendo a Jason y sus siempre interesantes reflexiones. Pero hay que empezar desde el principio.