William S. Burroughs es una de las figuras literarias norteamericanas del siglo XX. Considerado parte de la generación Beat, tuvo una vida tan polémica como lo fueron en cierto momento sus obras. Autor maldito que representa ese lado oscuro de una sociedad que vivía su sueño americano tras haber vencido dos guerras mundiales y ser el faro del mundo occidental. Una literatura que transitaba por el lado más salvaje de la vida, mezclado con drogas y delincuencia. Una vida que tuvo un importante punto de inflexión durante una corta estancia en México. Esa huida al país del sur es la que relata Bef (Bernardo Fernández, Ciudad de México, 1972) en Uncle Bill.
Burroughs llega con su mujer a México huyendo de la policía, implicado en trapicheos y plantaciones de drogas en las tierras familiares. Allí sigue la vida loca, hasta que en un juego con armas de fuego pasa la desgracia, y mata a su mujer de un disparo. Ese hecho marcaría para siempre a Burroughs, y a su obra. Y es el tema que centra la historia de Bef, su relación con México y el presentar el accidente y sus circunstancias para que sea el lector el que juzgue. Eso sin negar su admiración y pasión por el autor que relata en la otra parte del libro, en la que se dedica a explicar esa relación personal de descubrimiento del autor y fascinación hasta llegar a hacer este semblante biográfico.
Lo hace con ese estilo de línea clara amable que también hemos podido ver en Habla María (Astiberri, 2020), aunque aquí sin usar colores y quedándose en el blanco y negro con tonos de gris. En Uncle Bill no deja esa parte autobiográfica a la hora de explicar un tema, en este caso las horas más bajas de un escritor que se convertiría en un icono pop y que marcaría a muchos lectores como ha hecho con el propio Bef.