Hace un mes de la muerte de Miguel Gallardo (1955, Lleida) . A Gallardo lo descubrí, removiendo pilas de cómics viejos en el altillo de la librería Totem de la calle Cavallers de Lleida. Víboras, álbumes del Niñato, Pepito Magefesa, Otan sí, Otan no o Yonquis del espacio. Luego llegaría La muerte de Makoki, Héroes Modernos y Un largo silencio.
El talento de Gallardo era indiscutible. Impresionado siempre por su humor, su experimentación y sus historietas plagadas de guiños a pretéritos, de aquí y de todas partes.
Charlando en verano con mi tío Miguel, descubrí que había estudiado con el ‘otro’ Miguel en los Maristas. Ambos compartían pasión por los cómics de Bruguera y el TBO, a los dos les iba esto del dibujo… El tiempo llevó a cada uno de ellos por caminos distintos, pero esa conexión familiar, todavía me hizo más cercano al talento de Gallardo. Nunca llegué a charlar con él y, por desgracia ,ya no podré hacerlo nunca.

Su último trabajo es este Gran libro de los Perros, dibujado a pachas con su compañera Karin du Croo (Barcelona, 1972). Como Aline Kominsky y Robert Crumb, la pareja encaró esta obra a cuatro manos, compartiendo incluso viñetas. Tierno y sagaz cuando le conviene, el libro es una colección de manías, preocupaciones y pequeñas alegrías que les trajo la adopción de una perrita de nombre, Cala. Al estilo de diario personal que ya practicó Gallardo en María y yo o en sus crónicas viajera (Emotional world tour -junto a Paco Roca- o Turista Accidental), Karin du Croo y Miguel nos recuerdan que la alegría de vivir se encuentra en aquellos momentos intranscendentes capaces de satisfacer tanto a cánidos como homínidos: dormir, jalar y tomar el sol en el parque interactuando con otros de nuestra especie.

Hace una semana, en la ceremonia de entrega de premios del Festival de Angoulême, la organización, como cada año, tuvo un momento para recordar a los profesionales que nos habían dejado desde la última edición. Se encargaron de rubricar los nombres propios dos autoras de un enorme talento, Émilie Gleason y Anne Simon, entre los citados allí estaba, como no, el nombre de Miguel Gallardo, entre sus compañeros y compañeras dibujantes.
Gracias por tanto, Miguel.