Este texto con algunas modificaciones es el que aparece en el epílogo del libro Un hombre llamado Charles Schulz de Pedro Paredes (Ediciones Marmotilla, 2025)
En la tira de Peanuts del 12 de mayo de 1971 un pensativo Linus señalaba: “Bob Dylan cumplirá 30 años este mes…”, a lo que Charlie Brown, tras mirar a su amigo, indicaba apesadumbrado: “Eso es lo más deprimente que he escuchado jamás”. Esta es la única referencia de Schulz a Dylan a lo largo de los 50 años que duró Peanuts. Por su parte, Dylan nunca ha hecho una referencia a Charlie Brown, a Snoopy, a Linus o a Lucy en las más de 600 letras publicadas a día de hoy.
Puede resultar extraño siendo ambas figuras claves para entender lo que fue la segunda mitad del siglo XX, pero la respuesta puede ser simplemente que a Dylan no le gustan las tiras de prensa y a Schulz no le gustaba ni el folk ni el rock. Aun así, y más allá de ser de generaciones distintas, ambos tienen varios puntos de unión, siendo uno de ellos el modo en como afrontaron su profesión: un trabajo continuo. Schulz pensando y dibujando cómics, Dylan componiendo, escribiendo y tocando. Cada día del año, sin falta.
Pero en el caso de Dylan hubo un momento que se sintió acabado, que era: “un trovador de los sesenta, una reliquia del folk-rock, un rapsoda de tiempos pasados, un jefe de Estado ficticio de un lugar que nadie conoce. Me encuentro en el abismo sin fondo del olvido cultural. Llámalo como quieras. No me lo puedo quitar de encima”. Dylan tenía 46 años y sentía que había llegado el momento de retirarse.
Pero un día de lluvia, tras huir de un ensayo con los Grateful Dead, tuvo una revelación que hizo virar su destino. Sucedió en la barra de un pequeño local, con un gin-tonic en la mano, mientras veía una banda de jazz. Fue al escuchar la voz del veterano cantante que se parecía a Billy Eckstein, cuando la olvidada chispa volvió a surgir, generando una llama como nunca antes. Costaría, pero ahora sabía cómo hacerlo.
La retirada podía esperar, pues nacía la conocida Never Ending Tour, una gira sin descanso con la que Dylan viaja por todo el mundo realizando más de cien conciertos al año desde 1988. Para Dylan, este es el modo de dejar de lado la angustia: “te dedicas a dar alegría a los demás y te guardas tus penas para ti”.
Pero al mismo tiempo, esto ha hecho que Dylan sea visto hoy como un ser errante y mítico, que lleva en la Tierra desde su misma creación y que solo desaparecerá cuando esta colapse.
Fue en una tira de junio de 1954 cuando Schulz creó un personaje mitológico similar al que encarna el Dylan del siglo XXI. En ella, un niño con cara sucia que juega en un arenero le dice a Patty: “No tengo un nombre… La gente me llama cosas… Cosas realmente insultantes”. Y ante la pregunta de Patty: “¿Cómo te llaman la mayoría de las veces?”, el niño responde con cara triste: “Te lo diré sino te ríes…”, y de pie, con gesto recio, dice: “Pig-Pen”.
Pasadas tres décadas, Schulz, al ser preguntado si había creado algún personaje que había alcanzado más popularidad de la esperada, respondió: “Pig-Pen es un fastidio. A todo el mundo le gusta Pig-Pen y a mí no me gusta dibujarlo. Él solo es útil si le tienes cubierto de polvo y suciedad, y no tengo muchas ideas al respecto, se me acabaron y no me divierten. De vez en cuando pienso que debería dibujarlo, pero mi mente no funciona en ese sentido, y la gente siempre me dice: ‘¿Por qué no dibujas a Pig-Pen?’”.
Este discurso es el causante de que Pig-Pen apenas aparezca en un centenar de las 17.897 tiras publicadas a lo largo de 50 años, y son la muestra perfecta de que aquel hombre de 55 años no recordaba ya todo lo que representaba e implicaba Pig-Pen para el historietista de 32 años que fue.
En la tira siguiente a la de su debut en Peanuts, Patty presenta a Pig-Pen a Charlie Brown, y le susurra en la tercera viñeta: “Es un desastre, ¿no? Mira sus manos y su cara… Y todo él…”, a lo que Pig-Pen responde a modo de recriminación: “Pero limpio de pensamientos”.
Toda una declaración de intenciones. La fachada poco importa puesto que, en la mayoría de las ocasiones, engaña y manipula, pero no así alguien como Pig-Pen, que es lo que es, la versión más pura, consistente y coherente de la personalidad de Schulz.
Un ejemplo perfecto de todo ello se puede leer en la tira del 20 de julio, donde Pig-Pen es acusado por Patty: “Creo que haces todo lo posible por ensuciarte”, y este responde que “no es así” sino que “no me aparto de mi camino para permanecer limpio”.
Y esto es justamente en esencia el Schulz historietista, un dibujante con un destino decidido a cumplir cueste lo que cueste, sin miedo a mancharse. Lo mismo sucede con Dylan.

En septiembre, Schulz inicia un arco donde se cobra una deuda largamente guardada. En la tira inicial del día 8, Patty, al ver a Pig-Pen jugando en el suelo, le pregunta: “¿Por qué tienes que ser tan descuidado, Pig-Pen?… ¿No sabes que así nunca te admirará la gente?”. Pig-Pen se muestra inicialmente pensativo ante las palabras de Patty, pero posteriormente ríe con ganas al aparecer Schroeder a su imagen y semejanza. Al día siguiente Patty recrimina a Schroeder: “¡Solías ser limpio! ¡Y has dejado que el pequeño Pig-Pen te influya!”, pero para su sorpresa, no solo Schroeder ha caído bajo la influencia de Pig-Pen sino ¡también Snoopy!
Ante ello, el día 10, Patty llama por teléfono a Charlie Brown: “¡Es horrible, Charlie Brown! ¡Primero fue Schroeder y ahora es Snoopy!… ¡Son un desastre! Manos sucias… Caras sucias… ¡Ropas sucias!… Han permitido que Pig-Pen les influya y eso es horrible”, a lo que Charlie Brown, con la misma imagen que Pig-Pen, responde: “¿Qué tiene eso de horrible?”.
En la tira del día 11 es Charlie Brown quien llama a Patty para informarla que ya no están influidos por Pig-Pen: “Deberías vernos… ¡Estamos tan limpios! Estarías realmente orgullosa de nosotros…”, a lo que Patty responde con pesar: “¿Lo estaría?”, ya que ahora es ella la que ofrece una imagen como Pig-Pen.
No es difícil ver a Patty representando el papel de todos aquellos que durante años criticaron y rechazaron los cómics de Schulz. “Durante dos años estuve enviando de manera diaria diez cómics de una viñeta, tras ello sufrí una terrible crisis”. Schulz recuerda que lo que recibía como respuesta eran casi siempre “cartas de rechazo estándar”, pero el hecho de que fuesen impersonales no impedía que afectasen profundamente en el ánimo de un joven dibujante que soñaba con ser historietista. Este sentimiento lo reflejó décadas más tarde en la serie de tiras y dominicales en las que Snoopy recibe la correspondiente respuesta por el manuscrito enviado días antes.
Entre estas es difícil encontrar una más cruel que la publicada el 8 de junio de 1973: “Querido colaborador. Le devolvemos su estúpida historia… Usted es un escritor terrible. ¿Por qué nos molesta? No le publicaríamos ninguna de sus historias, aunque nos pagasen por ello… Déjenos en paz. Muérase y piérdase”. Tras concluir la lectura de la carta, Snoopy se tumba en el tejado de la caseta y piensa: “Probablemente sea una carta de rechazo estándar…”.
Frente a todos ellos, Schulz coloca a Pig-Pen, quien funciona como vicario del Schulz presente y futuro, aquel que será reconocido y aclamado por los lectores y la crítica, y que influirá de manera permanente a las siguientes generaciones de dibujantes. Aclamación e influencia en vida y tras su muerte, cosas que tiene el haber creado la tira de prensa más popular de la historia del cómic.
En la entrevista que Schulz concedió a Peter France para la BBC, señaló: “Sé que amo levantarme por la mañana y comenzar a trabajar porque me da seguridad. Aquí yo soy el rey de mi particular reino. Una vez que entro en el estudio y me coloco detrás de la mesa de dibujo, sé lo que va a pasar, yo tengo el control, yo estoy al timón”.
El estudio y el dibujo es para Schulz, lo que el polvo y el charco de barro para Pig-Pen. Pero Schulz fue más allá con la tira del 29 de abril de 1955 cuando Pig-Pen, al ser preguntado por Charlie Brown: “Pig-Pen, ¿por qué eres tan desastre? ¿Se supone que es hereditario o es por tu ambiente?”, responde: “Debe ser mi ambiente… ¡Estoy cubierto con él!”.
Es decir, el dibujo para Schulz es más que lo que significa la manta para Linus, pues dibujar para él es algo inevitable, aquello que le hace vivir, donde desde muy joven encontró el sentido y su destino. Será al año siguiente cuando Schulz ahondará más en esta cuestión en la tira del 18 de septiembre. Charlie Brown pregunta: “Pig-Pen, ¿por qué estás siempre tan sucio?… ¿Cuándo demonios vas a lavarte?”, y este, mirando al lector, responde: “Se me ha pegado la suciedad y el polvo de infinitas eras”.
Tras esto deja solo a Charlie Brown mientras comenta: “¿Quién soy yo para turbar la historia?”. Idea que Schulz recuperará para el arco del 23 y 28 de noviembre de 1959. Tras haber concluido Pig-Pen la tira del día 25 con la sentencia: “¿Sabes lo que soy? ¡Un imán para el polvo!”.
Al día siguiente Charlie Brown le comenta a Patty: “¿Jamás se te ocurrió pensar que Pig-Pen puede estar llevando la suciedad y el polvo de antiguas civilizaciones?… Date cuenta como el polvo se adhiere a él… Podría llevar tierra de la antigua Babilonia”, palabras que hacen que Pig-Pen diga: “Eso hará que me tratéis con más respeto, ¿no?”.
Al día siguiente Charlie Brown le cuenta su teoría a Violet: “¡Es alucinante! ¡Puede que esté llevando tierra que fue pisada por Salomón, Nabucodonosor o Gengis Khan!”, palabras que hacen sonreír de felicidad a Pig-Pen: “¡De pronto me siento como de la realeza!”.
En la última tira del arco es Snoopy, al ver pasar a Pig-Pen y el polvo que deja tras él, quien señala: “¡La historia está pasando por delante de mis ojos!”. ¿Son estas tiras de abril de 1955 y de noviembre de 1959 simples gags de Pig-Pen cubierto por suciedad y polvo? No.
Schulz en 1956 había recibido el premio Reuben que otorga la National Cartoonist Society y en 1962, tras haberlo recibido los años anteriores dibujantes como Hal Foster, Frank King, Chester Gould y Bill Mauldin, Schulz se convierte en el primer historietista en repetir premio. Schulz estaba en la cima de los historietistas. ¡Cómo para no merecer más respeto!
Pero su talento no surgía de los genes sino del legado que llevaba consigo. Él estaba cubierto por decenas de historietistas que habían dibujado antes que él y de los que había aprendido todo: George Herriman, Segar, Clare Briggs, Roy Crane, Frank King, Charles M. Payne, Bill Mauldin… Una señal de todo ello se puede encontrar en el apunte que le hizo Lucy a Pig-Pen en marzo de 1989 desde su puesto de psiquiatría: “No necesitas un psiquiatra… Necesitas ¡un arqueólogo!”.
Y es que ante Schulz y ante Peanuts, uno ve pasar la historia pasada y futura del cómic.
El comportamiento de Schulz y Peanuts, como el de todas las leyendas, en ocasiones es parecido al que ofrece Pig-Pen en la tira del 24 de mayo de 1957. Al ser preguntado por Charlie Brown: “Hola, Pig-Pen ¿qué estás haciendo?”, este, sentado en la acera, responde: “Nada… Solamente me siento aquí y veo pasar al resto del mundo”, sentencia que hace que Charlie Brown indique: “Parece que una porción del mundo se ha quedado contigo”. Pero la eternidad no vive de la contemplación permanente de los logros, son seres vivos, no estatuas, imposibles de matar y enterrar. Por ello Schulz no dejó nunca de dibujar, ni Dylan de girar.
El 15 de agosto de 1967, Schulz publica una simplona tira protagonizada por Pig-Pen, síntoma de que había olvidado todo lo que representaba el personaje: coherencia, conciencia inmaculada, humanidad, independencia, destino, eternidad, unidad, legado e inevitabilidad. Tras esta, Pig-Pen no volverá a hacer acto de presencia en Peanuts hasta la tira del 11 de abril de 1976, ¡pasados nueve años! Tanto tiempo había pasado que Patty le dice mientras hacen cola para entrar en el cine: “¡Pig-Pen! ¿Qué estás haciendo aquí?”. Schulz indicó que “normalmente me quedo sin ideas para él, pero de alguna manera sigue ahí”.
El regreso de Pig-Pen tuvo un motivo: ¿De qué otro personaje podía la fascinante Peppermint Patty enamorarse? Finalmente, el 8 de septiembre de 1999, se publica la última tira protagonizada por Pig-Pen: “Sí, señor… Pig-Pen… Bueno, cuando he salido de casa esta mañana estaba bastante limpio… Más o menos… Relativamente… En el límite… Absolutamente nauseabundo…”.
Dos meses más tarde, Schulz se halla delante de su mesa de dibujo y mientras se encuentra rotulando una viñeta en la que Sally dice a Charlie Brown: “Les he dicho que llevas una vida de reclusión y que prefieres no formar parte del mundo exterior”, siente un fuerte mareo. Intenta terminar de dibujar la viñeta final en la que Charlie Brown sentencia: “Diría algo, pero estoy fuera de este mundo”, pero se cae al suelo. En el hospital le comunican que el mareo y la caída han sido por culpa de una arteria obstruida, pero le informan que han descubierto que tiene cáncer de colon en fase IV.
El 14 de diciembre, Schulz escribe la siguiente carta: “Estimados lectores, colegas, compañeros historietistas, amigos cercanos y lejanos. Siempre quise ser historietista y me siento bendecido por haber podido hacer lo que amo durante casi 50 años. Que todos vosotros hayáis abrazado a Snoopy, Charlie Brown, Lucy, Linus y todos los demás personajes de Peanuts fue una motivación constante para mí. Es importante para mí deciros de manera personal que he decidido retirarme y dejar de dibujar Peanuts tras la tira que se publicará el lunes 3 de enero del año 2000 (y la dominical del 13 de febrero) para poder concentrarme en mi tratamiento y recuperación de mi cáncer de colon. Aunque me siento mejor tras mi reciente cirugía, quiero concentrarme en mi salud y en mi familia sin la preocupación de una fecha de entrega diaria. Atentamente, Charles M. Schulz”.
Un día antes de la publicación de la tira final de Peanuts, Schulz murió, pero con ello no lo hizo ni su figura ni sus personajes, quienes se han mantenido presentes lo largo de los siguientes 25 años a través de las distintas maneras en las que lo habían sido durante los anteriores 50: cómic, televisión y licencias. La primera muestra de que no se iba a permitir que la figura de Schulz y los personajes de Peanuts cayeran en el olvido fue la construcción el 29 de junio del año 2000 de lo que sería dos años más tarde el Museo y Centro de Investigación Charles M. Schulz, con el objetivo de celebrar la vida y la obra de Schulz, reflejando sus influencias, mostrando sus originales, enseñando la diversidad de su obra y facilitando el estudio, comprensión y crítica de la misma.
Como primera prueba de ello, su colaboración en los dos tomos que iba a editar el diseñador gráfico Chip Kidd. El primero, Peanuts. The Art of Charles Schulz, vio la luz en 2001 y en él se mostraba el arte de Peanuts como nunca antes se había hecho. El segundo llegó a las librerías en 2015 bajo el título Only What’s Necessary, y gracias al libre acceso a los archivos del Museo Charles M. Schulz, Kidd fue capaz de exhibir bocetos, correspondencia y tiras nunca antes vistas como las inéditas de Hagemeyer.
Otra pieza clave para evitar que el siglo XXI enterrase lo que fue en verdad Peanuts, fue el titánico proyecto que inició en 2004 la editorial Fantagraphics con Gary Groth a la cabeza. Un año antes de la muerte de Schulz, en el número de febrero de la revista The Comics Journal editada por Fantagraphics, se publicó la lista de los 100 mejores cómics del siglo, la cual colocaba a Krazy Kat en el número uno y a Peanuts en el puesto número dos.
Estas posiciones indicaban la importancia que ambas obras habían tenido en el pasado y en el presente, pero para que llegaran a las nuevas generaciones hacía falta que estas tuviesen acceso a ellas. Respecto a la obra maestra de Herriman, Fantagraphics prosiguió el trabajo comenzado por Eclipse Comic y publicó la totalidad de las dominicales de Krazy Kat. En cuanto a Peanuts, la tarea fue aún más lejos al tener la intención de publicar la obra completa: ¡las 17.897 tiras diarias y dominicales que se habían ido publicando a lo largo de 50 años en los periódicos!

A esta mastodóntica obra se le añadió en 2015 la recopilación de las dominicales a color y a gran tamaño. Ese año la editorial KaBOOM! publicó A Tribute to Charles M. Schulz, donde cuarenta historietistas actuales como Raina Telgemeier, Jeff Lemire y Paul Pope rendían homenaje a Schulz. En 2022 serían 75 historietistas los que celebrarían el centenario del nacimiento de Schulz a través de sus dibujos y viñetas al participar en un proyecto del Museo Charles Schulz liderado por Patrick McDonnell.
Junto a la tira de prensa, la otra pieza clave y popular de Peanuts fue la obra audiovisual, la cual tampoco se quedó viendo “pasar al resto del mundo” y en 2002 se produjo Es San Valentín, Charlie Brown, que no solo era el especial animado número 40, sino que suponía el primero desde 1994 en ser estrenado en televisión. Tras este, ABC emitió cuatro más, siendo Fox en 2011 la última cadena en abierto en emitir un especial nuevo de Peanuts, La Felicidad es una manta cálida, Charlie Brown.
Este especial fue el primero en no tener en su creación ni a Vince Guaraldi, ni a Lee Mendelson, ni a Bill Melendez, ni a Charles Schulz. A partir de 2020, los siguientes especiales, un total de siete, iban a ser producidos y estrenados por Apple TV, quien ya en 2019 había estrenado la serie Snoopy en el espacio. A todo ello se le ha de sumar que, en 2015, fecha en la que se conmemoró el 50 aniversario de La Navidad de Charlie Brown, Peanuts regresó a la gran pantalla con el estreno de The Peanuts Movie, que se convirtió en la trigésima película más taquillera del año.
No cabe duda de que una de las grandes virtudes que ha tenido Peanuts a lo largo de estos 75 años ha sido su ubicuidad, lo que le ha permitido tanto dar su imagen para utensilios de cocina, para deportivas, para el Apple Watch, para neveras portátiles, así como ser parte del programa Artemis de la NASA a través de Snoopy como indicador de gravedad cero.
Y de igual manera, Schulz es tanto una de las celebridades muertas que más dinero ingresa cada año en EE. UU. con una media de 30 millones de dólares, como un autor cuya obra es estudiada y analizada por críticos, cuya influencia aun resuena en las y los nuevos historietistas. Por todo ello, no es faltar a la verdad el decir que pasados 75 años de la creación de Peanuts, 60 años del estreno de La Navidad de Charlie Brown y 25 años de la muerte de Schulz, hoy, mañana y ayer, al igual que Dylan, Schulz es un mito vivo al que le envuelve un polvo de infinitas eras, pasadas y futuras.