Las historietas de Thomas Ott (Zurich, 1966) entraron en España en 1996 a través de la revista Nosotros somos los muertos que conectó el cómic alternativo español con el que se hacía en el resto de Europa y EUA. De allí saltó a La Cúpula dónde editó varios álbumes a principios de siglo que ahora vuelve a reeditar; esta vez en tapa dura y con páginas mate en lugar de las satinadas de antes.
Breakdown, se editó por primera vez en 2006 y se compone de doce historias cortas unificadas por un estilo gráfico común. Ott rasga la página para que brote el dibujo, usando la técnica del grabado. Usa el cúter, y no la tinta, y dibuja con el color blanco, en lugar de con el negro como hacen la mayoría de historietistas. El resultado visual es un estilo que podemos vincular con el cine expresionista alemán de Murnau y Fritz Lang. Los cortes con los que Ott elabora el dibujo producen un efecto análogo a acuchillar la retina de los lectores. La narrativa gráfica de Ott es muy cinematográfica y tiene una gran influencia del cine mudo. Las composiciones de página son correctas, pero Ott no busca innovar en el lenguaje del cómic. Sus viñetas son habitaciones a las que se asoma el lector como si fuese un invitado muy curioso husmeando en una casa ajena.
La gran mayoría de las historias son mudas y los textos que aparecen aportan poquísima información. Fueron creadas entre 1993 y 2000 y su extensión va de las 29 páginas (la más larga) a la página única (las más breves). Los temas son variados; predominan los ambientes urbanos y una clara influencia de la cultura americana vista desde el ángulo del género negro. Como guinda, hay un homenaje final en forma de collage a México y a su imaginería más típica y tópica.
Un denominador común en todas las historias es el desenlace fatal, que a menudo implica la muerte del protagonista. Los personajes están atenazados por la inquietud, por el desasosiego, y su modo de existir consiste en sufrir. Todas las historias de Ott destilan un pesimismo existencial que culmina con un trágico giro final.
Podríamos decir que son la actualización de las historietas de la editorial Warren de los años setenta en la revista Creepy pero pasadas por el filtro del cómic alternativo europeo que surgió con el cambio de siglo.