No es la primera vez que Gabriel Hernández Walta (Melilla, 1973) y Jeff Lemire (Canadá, 1976) colaboran. Lo hicieron por primera vez en Sentient (Panini, 2020), y luego en Barbalien: Planeta Rojo (Astiberri, 2021); aunque allí Lemire sólo ponía el universo narrativo y el argumento y Tate Brombal escribía propiamente el guión. Pero Phantom Road en Image Comics es su primera serie larga. El dibujante granadino ha comentado que durará entre veinticinco y cincuenta números; suponemos que ello dependerá de las ventas. Será una serie de largo aliento de entre cinco y diez arcos argumentales como el que nos ocupa; que fue publicado entre marzo y julio del 2023. En la actualidad ya está editado el segundo arco y Walta ha declarado que se encuentra poniendo el pincel y la tinta al tercero. Así que esta es una serie de autor en la que, al contrario que en otras cabeceras marcadas por una periodicidad mensual estricta, no hay cambios de dibujantes, entintadores, o coloristas.
Dom conduce un tráiler por unas carreteras que parecen sacadas de la Ruta 66. Una noche, se topa con un coche accidentado al chocar contra un objeto muy extraño. Al lado del vehículo y en estado de shock está Birdie, la joven que acompañaba al conductor que yace muerto por el impacto. Al tocar el extraño objeto cruzan a otra dimensión. Allí el ambiente es desértico y fantasmal. No están solos, sino rodeados de una especie de estatuas de sal con forma antropomórfica que los atacan. Pelean y huyen, y lo volverán a hacer más adelante en varias ocasiones. En una estación de servicio se encuentran con un tipo con camisa hawaiana que les orienta y les deja claro que su misión es entregar lo que llevan en el remolque en un lugar llamado Gólgota y así podrán regresar a su realidad. En la realidad original de los EUA la agente especial del FBI Theresa Weaver investiga el accidente y la desaparición de Dom y Birdie. Weaver también choca con todo tipo de obstáculos que van desde la impericia de la policía local a la desconfianza de sus superiores. Todo se complica mucho más para la agente Weaver cuándo descubre un dossier secreto de los años noventa llamado Proyecto Navaja.
En lo argumental, parece como si el prolífico guionista canadiense le hubiese robado a Robert Kirkman su universo de The Walking Dead y lo hubiese adaptado a su imaginario narrativo; algo así como Los muertos vivientes versión Lemire. No es el único préstamo que ha cogido Jeff Lemire, sino que el leitmotiv “gente normal bregando con situaciones que los superan de largo”, que habitualmente nutre los cómics guionizados por Brian K. Vaughan, también tiene su espacio en esta Carretera fantasma en la peripecia en la que Dom y Birdie se ven embarcados. Lemire es muy habilidoso y recurrente en esto de construir guiones mezclando elementos narrativos muy conocidos ya por los lectores de comic books y dándoles una vuelta de tuerca más.
Lo específico e imputable a Jeff Lemire en este cómic de zombies tiene que ver con cuatro aspectos. El primero de ellos es la familia. La unidad familiar es el gran hilo conductor de todos los cómics de Jeff Lemire. Aquí, todos los personajes tienen un pasado familiar traumático, que aflora a cuentagotas y que se presenta como uno de los motores argumentales más determinantes y tal vez como los “fantasmas” a los que hace referencia el título. El segundo aspecto es que los protagonistas son personas perdidas, desorientadas, vagando por mundos que no comprenden y en los que se sienten en peligro. Tercero, hay mujeres muy competentes, inteligentes, decididas, atrevidas, que investigan y ayudan a los demás como la agente especial Weaver. Y cuarto, hay realidades paralelas que se comunican entre sí. Los personajes van de una a otra sin ton ni son y su misión es encontrar la clave que les permitan marcar a ellos el rumbo y no seguir al albur de unas reglas que no entienden y los zarandean.
“Mad Max: Fury Road choca con The Sandman” La frase promocional se nos antoja más una provocación publicitaria que no un reflejo de lo que encontramos en este primer recopilatorio de cinco números. Nada de ello hay aquí. Más bien diríamos que es un cruce entre el cómic The Walking Dead con la serie televisiva Lost.
De Walta podríamos glosar su estilo de dibujo, su entintado o su capacidad tanto de dibujar primeros planos como planos generales, pero queremos fijarnos en otro aspecto también sobresaliente: Es un narrador gráfico colosal, basta con fijarse en su elección del tamaño, la forma y en la disposición de las viñetas en la página en cada escena para confirmarlo. Sus elecciones siempre son lo más narrativas posibles, sin que por ello pierdan atractivo estético. Jordie Bellaire (1988, E.E.U.U.) está certera con el color usando una paleta cromática reducida. Y Lemire le pone la guinda, está de notable alto con un guión lleno de intriga, elementos sobrenaturales, acción a raudales y descolocando las expectativas del lector. Una serie a seguir.