¿Qué pasa el día en que Superman consigue vencer definitivamente a Lex Luthor? ¿Y cuando los 4 Fantásticos detienen la amenaza cósmica definitiva que va a acabar con la raza humana? Pues que la maquinaria editorial sigue funcionando y se aplica la teoría del eterno retorno del mundo de los superhéroes, que se enfrentarán a la enésima amenaza cósmica definitiva una y otra vez, en una rueda que nunca deja de girar.

En el mundo de Black Hammer, no obstante, las cosas han ido de una manera algo distinta. Estos héroes hacen frente a la gran amenaza, un ser llamado Anti-Dios, y mueren en la batalla final defendiendo la ciudad de Spiral City. Al menos eso es lo que pasa a ojos de la humanidad a la que han salvado. En realidad, los héroes han sido transportados a una granja a las afueras de un pueblo de la América profunda del que no pueden salir. Ninguno de ellos conoce el motivo, pero les es imposible abandonar el pueblo. Diez años después, siguen sin tener respuestas y cada uno afronta la situación a su manera. Mientras tanto, en el mundo real, se han convertido en meras leyendas que empiezan a caer en el olvido.
Así empieza Black Hammer, una de las propuestas más estimulantes que nos ha dado el cómic de superhéroes en los últimos tiempos.
Desde Watchmen, la figura del superhéroe y del cómic de superhéroes como género ha sido objeto de reflexiones, revisiones, homenajes y puestas al día más o menos afortunadas.
En este caso, Jeff Lemire (Ontario, 1976) y Dean Ormston (Yorkshire, 1961) dan en el clavo a través de versiones paralelas de algunos de los personajes más icónicos de la historia del cómic de superhéroes, con los que crean su propia historia sin verse limitados por su historial editorial. Porque los personajes que Lemire y Ormston plasman en las páginas de Black Hammer son creaciones propias, pero basadas claramente en personajes de Marvel, DC o las historias de terror de EC Comics. Con ellos llevan un interesantísimo experimento, sacándolos de las páginas de sus cómics y afrontándolos a la convivencia y al aislamiento del mundo real.
Es en estas relaciones entre los personajes donde Black Hammer brilla más intensamente. Da la sensación de que Lemire ha impreso en las personalidades de los protagonistas mucho de lo aprendido al frente de series como X-Men o Lobezno para Marvel, y se diría que se ha guardado lo mejor para la suya.
La serie es un gran homenaje al cómic de superhéroes (¿seré capaz de terminar la reseña sin decir que es “una carta de amor al género superheroico?”), con personajes bien construidos y suficientes misterios como para mantenernos pegados a sus páginas. Un mundo en el que todo nos es familiar y extraño a la vez, impregnado de una extraña melancolía a la que sienta como un guante el particular estilo de dibujo de Dean Ormston. Black Hammer es un viaje constante entre el brillante pasado y el presente anodino de unos personajes que no encuentran su lugar dentro del mundo en el que se han visto obligados a vivir.
Este primer tomo de la serie comprende los números 1 a 6 de la serie regular editada por Image, que sigue en buena forma en Estados Unidos. De hecho, ya ha aparecido un spin-off de la serie centrado en uno de los villanos, Sherlock Frankenstein (¿hay premio Eisner al mejor nombre de villano? ¡Tenemos ganador!), dibujado por nuestro incombustible David Rubín.

Parece ser que Astiberri editará tanto la continuación de este Orígenes Secretos como la serie hermana de Sherlock Frankenstein en 2018. Prueba de que Jeff Lemire ha creado un mundo y unos personajes que todavía tienen muchos misterios que desvelar.
Black Hammer es de esas series que retuercen y agrandan los límites de un género, el de los superhéroes, en el que a pesar de las restricciones y las imposiciones editoriales, todavía queda mucho y muy bueno por contar. Toda una carta de amor al género superheroico (vaya, al final no he sido capaz).