Los momentos de crisis suelen alumbrar buenas distopías. Parece que los futuros poco esperanzadores surgen más fácilmente cuanto más cerca estamos de verle las orejas al lobo.

El momento actual es una buena muestra de ello. La sempiterna crisis que lo envuelve todo, la explosión de la burbuja inmobiliaria y las tensiones geopolíticas han generado un caldo de cultivo que propicia la aparición de obras como este Puertadeluz.

Se trata de la nueva obra larga de Luis Bustos (Madrid, 1973) como autor completo después de Endurance y Versus y la reciente ¡García! junto a Santiago García, que lo han convertido en uno de los autores más a tener en cuenta del panorama nacional.
Puertadeluz, como la buena ciencia ficción, nos sitúa en un futuro próximo, en una urbanización asolada por una crisis exterior de la que poco sabemos, aislada del mundo y con sus habitantes organizados para sobrevivir en ese inhóspito lugar abandonado, diseñado para ser, como reza el cartel que nos da la bienvenida, una “ciudad iluminada” que acaba teniendo más sombras que luces. Allí, Alicia, una adolescente de 14 años, descubre una extraña caja. Una Alicia que cae en su propia madriguera de conejo y cuyo descubrimiento acabará desencadenando una espiral de consecuencias para los personajes que la rodean y, sobre todo, para ella misma.
Y hasta aquí podemos leer, porque Puertadeluz se descubre como una obra a la que ir quitándole capas y con la que dejarse sorprender página a página, así que nos ahorraremos los spoilers.

Bustos teje un relato de género con una trama llena de misterios que se van resolviendo (o enmarañando, según se mire) a medida que avanza la obra, con la intervención de personajes muy interesantes y que van sumando piezas al rompecabezas que propone. Una historia de la que como lectores tenemos que ser partícipes y, como la propia protagonista, decidir qué y a quién creer, atar cabos y sacar conclusiones.

Gráficamente el autor despliega todo su buen hacer en páginas que reúnen lo mejor de sus anteriores obras, un despliegue de recursos gráficos con un excepcional uso del blanco y negro y que tiñen la obra de una desazón constante. Es un placer admirar algunas de las páginas que ilustran el tomo, perfilando un dinamismo que Bustos ya mostró en ¡García!.
Mención aparte merece la ambientación, creando un escenario, la Puertadeluz del título, que se revela como un personaje más hecho de cristal y cemento, un personaje vencido por las circunstancias, una cárcel que aprisiona las vidas y aspiraciones de los personajes que se han visto obligados a vivir en ella.
Puertadeluz es un comic muy recomendable sobre el abandono, personal y como sociedad, en un futuro que haría las delicias de autores como el Cormac McCarthy de La Carretera o el J.G. Ballard más pesimista, bañada con escenas de acción realmente bien resueltas.

Si algo se le puede achacar a la obra es que se hace corta. Al final nos quedamos con ganas de saber más de Alicia, de los misterios que la rodean y de esa sociedad abandonada a su propia suerte. Queremos saber más acerca de los personajes que pululan a su alrededor, como esas bandas callejeras que amenazan a la protagonista al más puro estilo Mad Max.
Bien mirado, puede que su mayor defecto sea también su mejor virtud, ya que es consecuencia de la buena construcción de un mundo apasionante que podríamos seguir explorando junto a la protagonista durante muchas páginas más.

Quién sabe si en el futuro Luis Bustos nos volverá a llevar de viaje a esa urbanización llena de secretos y mentiras. Si decide que así sea, nosotros estaremos encantados de acompañarle en el viaje, por peligroso que sea.