El universo Black Hammer sigue dando guerra. Después del éxito del primer tomo (o traduciendo al inglés, los seis primeros números americanos), vuelve la serie fetiche de Dark Horse, la última esperanza del cómic de superhéroes creada por Jeff Lemire (Ontario, 1976) y Dean Ormston (Yorkshire, 1976).
Todo está tal como lo habíamos dejado. La hija del desaparecido Martillo Negro aparece en la granja en la que permanecen aislados del mundo exterior los excompañeros de grupo del superhéroe. Una visita que poco a poco desvelará algunos misterios y abrirá las puertas a algunos nuevos, mostrándonos nuevas caras de los personajes que habitan la enigmática granja.

Todo en Black Hammer recuerda a los cómics de superhéroes, y creo que este es el mejor halago que puede hacerse a un cómic de superhéroes como este. Lemire tiene la habilidad de reciclar conceptos clásicos y ofrecerlos como algo totalmente nuevo. De la edad de oro de DC a las mandíbulas apretadas y anatomías imposibles de la Marvel de los 90, Lemire va plantando las semillas del mundo de Black Hammer regándolas con un montón de referencias que, aunque no lo parezca, funcionan. Flashback va flashback viene, Lemire y Ormston van añadiendo piezas al puzzle para crear un mundo gigantesco, para acto seguido irse a lo más pequeño: las relaciones de los personajes que viven en él una vez ese mundo se ha desmoronado. Es en esos momentos entre los personajes en el que el cómic gana enteros y demuestra que Lemire tiene una mano especial para construir personajes muy verosímiles. Bueno, todo lo verosímil que puede ser un alienígena de dos metros… ya me entendéis.

Esta creación de lo que podríamos llamar el Blackhammerverso va más allá de la narrativa dentro del cómic. Cada portada es distinta en composición, estilo de dibujo e incluso rotulación, emulando estilos y colecciones sacados de la historia del cómic. Pero además, Lemire se ha empeñado en expandir este mundo también en lo editorial, como las series clásicas del cómic de superhéroes, creando nuevas series paralelas dedicadas a personajes concretos de la serie, y que Astiberri parece decidida a traernos aquí (la primera de ellas, Sherlock Frankenstein, aparecerá aquí en agosto de 2018, incluyendo un número de la serie regular de Black Hammer que no aparece en este número 2). Para el resto, Doctor Star y The Quantum Age, ambientada en el futuro, tendremos que esperar algo más.
En este segundo tomo asoma por primera vez en el universo Black Hammer nuestro David Rubín (Ourense, 1977), el hombre del momento del cómic patrio, nominado nada menos que a cuatro premios Eisner por, entre otras obras, este Black Hammer. Da la sensación de que Rubín, como todo lo que hace últimamente, se lo ha pasado como un enano dibujando este número. Un número que sirve como flashback para descubrir cómo se conocieron dos de los personajes principales y en el que el dibujante gallego se desenvuelve la mar de bien en el estilo pulp espacial que la historia le pide. Un aperitivo a lo que viene, un Sherlock Frankenstein que dibuja por entero y que no podía tener mejor pinta.

El resto de números corren a cargo del dibujante habitual de la serie, Dean Ormston, que llena las páginas de un estilo feísta y lánguido que sienta de maravilla a la historia. Ormston sale airoso de la difícil tarea de hacer un mix de referencias externas que sean reconocibles pero a la vez no desentonen con la estética del mundo que nos propone junto a Lemire. Que mezclar el estilo de Kirby con el de Rob Liefeld no debe ser cosa fácil, pero el dibujante lo consigue con nota.
Si os gustó el primer volumen de Black Hammer, este segundo es de lectura obligatoria. Si seguís con el gusanillo de leer una buena serie de superhéroes con buenas ideas, misterio y homenajes constantes a los tebeos con los que tal vez hayáis crecido, el combo de estos dos primeros volúmenes es una apuesta segura.
Leer Black Hammer es como probar un plato totalmente nuevo cocinado con los ingredientes que más nos gustaban de pequeños. Sabe parecido, pero es nuevo. Es lo mismo, pero es diferente. Ese es el gran logro Lemire, Ormston, Stewart y Rubín. Sin duda en el futuro los platos de superhéroes sabrán un poco como esta serie.