A Ulysse la crisis de los 40 le da fuerte; coincide con la muerte de su padre que le deja en su testamento la misión de llevar sus cenizas hasta la isla de Wight, repitiendo el recorrido que en 1970 realizó para asistir al mítico festival de rock. En el camino se irá tropezando con partes del pasado de su progenitor que desconocía: como su antigua banda de rock, que le harán cambiar su trayectoria vital en el momento preciso para poder hacer el giro adecuado. Mientras da esa vuelta de tuerca se verá en unos cuantos bretes ocasionados por esos viejos rockeros.
Christopher (Middlesbrough, 1969) construye una road movie con crisis de los cuarenta incluída, un viaje que es una odisea personal: la de descubrir el pasado. Bastante clásica en su planteamiento, pero con la mezcla adecuada de elementos para hacerla interesante y entretenida. Y mucha música, de hecho el título original apela al clásico de los Beatles de 1970: The Long and Winding Road, todo un homenaje a la época dorada del rock. Cada capítulo va encabezado por una canción clásica de la época, en torno al festival de Wight de 1970, cita histórica y toda una leyenda que fue seminal para este ámbito de la música popular. La historia se construye justamente en torno a este homenaje musical, muy al gusto del público francés. Combina las gotas de melodrama y problemas familiares con las pinceladas justas de humor. Tiene mucho de nostalgia, de luchas sociales pasadas, de actitud vital en torno a la música yuxtapuesto ante el relevo generacional natural actual que parece más perdida.
Rubén Pellejero – en el lapso de la elaboración de las nuevas aventuras de Corto Maltés- realiza está obra, donde el trazo es totalmente distinto, usando una línea más gruesa, redonda y cerrada que la que utiliza en las secuelas de la obra de Pratt, donde ajusta más su estilo al del italiano. Igualmente pasa con los colores, mucho más comedidos en este trabajo, donde en muchas páginas se usa solo una paleta basada en amarillos, dejando el uso de otros colores para escenas muy concretas. Todo para que la historia de Christopher luzca más. De nuevo Pellejero demuestra como es uno de los actuales maestros de la línea más clara, con un estilo tan depurado que tiene voz propia y capacidad de sobra para ajustarse a las historias de guionistas de diversa índole: ya sea tras lo pasos de una leyenda como Hugo Pratt o en trabajos más centrados en un nicho concreto de lectores como este Largo y tortuoso camino.