Línea clara, línea chunga; los amantes de los comics en los 80 emplazaban en una de las dos categorías cualquier trabajo que caía en sus manos. La cosa era sería, puesto que cada una de las supuestas filiaciones contaba con defensores acérrimos y detractores implacables.
Yo me confieso mas amante de la línea chunga, es decir, si tengo que escoger entre “El Cairo” y “El Víbora”, me quedo con este último. Este trabajo que tengo entre manos entraría más en la línea clara, pero en mi humilde opinión, creo que es bueno, muy bueno.
Raule y Roger saben como enganchar desde el primer momento: la primera página impacta, las siguientes descolocan y pican la curiosidad y los flash backs están muy bien traídos.
La historia nos sitúa en el barrio del Raval de Barcelona, (pre-olímpica?, post-olímpica?), escenario de múltiples correrías de un músico de jazz que decide volver a su barrio natal, después de crearse algunos problemas en Estados Unidos. Sin embargo, parece que los problemas también deciden cruzar el charco y aparecer, más creciditos, para complicarle la vida al protagonista. Uno de los problemas está claramente documentado en el primer volumen; habrá que esperar al segundo para dilucidar los otros.
Pero la cosa no acaba ahí; también aparecen historias paralelas que sin duda tendrán un gran peso en la historia principal: Judas y “los hijos de Kaín” (con “k”), la periodista rojeras, el alcalde inepto y mafioso… en suma, muy interesante.
Historia ideal para leer el domingo, especialmente para los amantes del cine negro y por supuesto para los aficionados al jazz; personalmente lo he leído escuchando el tema “HoneyWhite” de Morphine una y otra vez. Este último dato no esclarece ni alude a interpretaciones de la obra, pero creo que os puede dar una idea de las sensaciones que despierta la lectura de este cómic.
¿Algún pero? Pues me temo que sí. El papel y el aspecto de la policía, así como el del alcalde, encajarían bien en alguna historia ambientada en el Chicago de los años 20 o 30, pero la primera impresión es que parecen poco creíbles y un tanto anacrónicos en el contexto histórico y geográfico donde se enmarca la historia. Pero, insisto, este hecho no logra enturbiar el peso real del trabajo.
Solo espero que esta trilogía llegue a buen puerto, y que las siguientes entregas puedan ver la luz y estén como mínimo a la altura de la primera; Después del caso de “Black Deker” de Fernando de Felipe, no podría soportarlo por segunda vez.
Esperemos también que esta historia suscite el mismo interés y obtenga el mismo éxito que ha cosechado en Francia. Sería una lástima que volvieramos a caer en el error de darle la espalda a un excelente tebeo de aquí