David López (Las Palmas de Gran Canaria, 1975) se ha labrado con trabajo constante y metódico una carrera más que notable en el mainstream norteamericano. Cuando empezó a despuntar con su serie Espiral -nominada a mejor obra en el Saló del Cómic de Barcelona de 2003-, la tentadora y necesaria llamada del mercado estadounidense le hizo dejar de lado, el que era hasta ese momento su proyecto personal. Con Blackhand Ironhead, que ahora recopila y publica en papel Astiberri, López retoma de nuevo esa necesidad de crear una obra que la sienta propia. En una entrevista concedida a Gerardo Vilches y publicada en Canino, el dibujante aragonés afirma que obras como El Héroe de David Rubín o Bella Muerte de Kelly Sue DeConnick y Emma Ríos, le abrieron los ojos y le empujaron a lanzarse a la libertad creativa.
Consciente de sus limitaciones como guionista, y en un movimiento muy inteligente por su parte, López contactó con el guionista David Muñoz para que le tutorizase el trabajo de guión. La plataforma digital de Marcos Martín y Muntsa Vicente, Panel Syndicate, alojó su nueva serie, cuyos cinco primeros números recopila este volumen.  

En Blackhand Ironhead tenemos a Alexia, una joven que quiere labrarse un futuro como superheroína, pero que anda lastrada por el peso del legado de su padre, Iron Head, considerado el héroe más grande de todos los tiempos, capaz de acabar para siempre con la criminalidad. Por otro lado, tenemos a Amy, otra joven, furiosa, lastrada por un pasado doloroso y que busca la manera de tirar adelante. Es hija de una superheroína, conocida como Mano Negra. Su encuentro es inevitable, intenso y trepidante, sobre todo trepidante.
Después de 80 años, poco queda a añadir al cómic de superhéroes que no se haya dicho o hecho ya. López no pretende revolucionar el género, ni reinventarlo, ni reescribirlo. Con amor por este tipo de aventura, despliega ante el lector una lectura de corte clásico, llevada a los tiempos actuales, ambientada en una Barcelona alternativa y protagonizada por una serie de personajes expresivos y emocionalmente explosivos. Se nota su gran bagaje como autor con una larga trayectoria en múltiples títulos de Marvel y DC, muchos de ellos protagonizados por superheroínas, casualmente.
Blackhand Ironhead es un cómic vibrante y muy bien dibujado, con una trama que engancha, que sabe tratar al lector con respeto e inteligencia, consciente del lugar que ocupa como obra de entretenimiento, plagado de diálogos rápidos y chistes muy bien inseridos. En las entrevistas, David López insiste en que a él como lector le encantaban esos números de La Patrulla-X de Chris Claremont en los que que nada sucedía más allá de algún partido de béisbol, una cena en pareja o una escapada al cine. Es su manera de rendir homenaje a Ranma ½, el manga de Rumiko Takahashi, añade. Yo le encuentro, además, una expresividad digna del mejor Will Eisner, el que se empleaba con Spirit a finales de los 40. Lo mejor de Blackhand Ironhead es esa dupla protagonista que prometen gloriosos contrapuntos cómicos en futuras entregas. Esperemos que lleguen pronto. Mientras tanto, dar las gracias a esa madre de un amigo de la infancia que tuvo la agilidad de mostrarle a un joven e impresionable David López el estudio del aragonés Luis Royo. Ese temprano impacto nos ha brindado a uno de los autores más en forma del panorama comiquero actual.