El regreso de las aventuras de D4ve, el robot que salvó la Ti3rr4 de su destrucción ante una invasión alienígena. En esta ocasión D4ve se va a meter en política. Tras el asesinato del presidente mundial mientras paseaba en un desfile en un descapotable (uno de los muchos guiños del cómic), D4ve decide iniciar su carrera política para sustituirlo, y aunque es el famoso salvador del planeta no lo va a tener fácil, ya que se deberá enfrentar a otro candidato ideal, manejado y apoyado por las grandes compañías mediáticas que controlan todos los medios y redes. Una manipulación de las grandes corporaciones que acabará a tortazo limpio, en la línea que acostumbra D4ve.
El canadiense Ryan Ferrier (Calgary) y el español Valentín Ramón (Suiza, 1970), vuelven a dibujar esta sátira futurista llena de cyberpunk, que mantiene los ingredientes del primer volumen. Nos encontramos en esta segunda entrega con una mayor carga de sarcasmo, muchos guiños y parodias directas a los acontecimientos políticos de los últimos años en los USA, tiempos locos en la que se ven aupados al poder lo peor de lo peor, en una escalada negativa de malos augurios. De todo eso se ríe Ferrier deformando la realidad para mostrar sus defectos, a partir de ese mundo de robots que han conseguido imitar la parte más ridícula de la humanidad. Valentín Ramón sigue excelente al dibujo, jugando con todo tipo de viñetas y diseñando robots que tanto recuerdan a los cómics de CF de los años 80 del siglo pasado, ese estilo de parodia futurista que huele a Métal Hurlant. Un arte el de Ramón que deslumbra, y del que también se disfruta en su distópica serie sin palabras Z, que se puede leer gratuitamente en su web.
Como continuación del tomo anterior, se nota que los autores ya han cogido la medida al universo que han creado, han definido los personajes y, por tanto, han podido meter más caña a lo que ya nos ofrecían: mucha crítica social directa acompañada de fuegos artificiales y robots molones, muy molones.