De un tiempo a esta parte encuentro más interesantes los cómics de ciencia-ficción que nos llegan desde “la novela gráfica” que desde lo que se ha venido a llamar el mainstream independiente. De estos últimos con demasiada frecuencia (salvando expcepciones) encuentro demasiada repetición de forma y fondo, demasiados lugares comunes referenciales, los mismos arquetipos y una sospecha de querer alcanzar el audiovisual más que la mejor versión posible en su medio. Por contra, en los proyectos autorales realmente independientes -algo más libres de las estructuras industriales y de las voluntades comerciales- veo más un acercamiento a la ciencia-ficción más reflexiva y con un cierto apego referencial a los clásicos literarios, resultando en adaptaciones ingeniosas que ponen sobre la mesa temas tan universales como actuales.

Esto es un poco lo que me encuentro en RUR, adaptación de una obra de teatro del dramaturgo checo Karel Čapek.
Estamos hablando de una obra de ciencia-ficción de 1920, pionera en en uso de la palabra “robots” y que muy preclaramente mira, desde su tiempo, hacia el futuro, en una crítica a un progreso que, alimentado por un capitalismo voraz, se desprende de los derechos de los seres vivos y aboca inequívocamente al desastre.

A diferencia de otras adaptaciones de obras de teatro al cómic que yo haya podido leer, no encuentro en esta de Kateřina Čupová (1992, Ostrava, Rep. Checa)una voluntad de reflejar elementos o aspectos del mismo, a excepción de un momento de brillantisimo homenaje. RUR, el cómic, a pesar de que mantiene la división en tres actos (con preludio), tiene un ritmo propio endiablado que deja respirar puntualmente y que prácticamente se relaciona con la moraleja final de la obra. Se podría decir que su narrativa tiene auténtica vida propia y ese organicismo también se transmite a través de la paleta empleada, que juega a desequilibrar el juego de colores, según la circunstancia.

Ojalá este RUR no pase desapercibida, porque juega en la liga de obras excelentes como Matadero 5 o El humano