Quien necesite coordenadas sobre este esplendoroso debut largo de Gabri Molist tiene puedo buscar referencias en el humor loco del Rohner de Max Baitinger, la experimentación abstracta de Sammy Stein, las texturas de Antoine Cossé o el surrealismo de Herbert Crowley.
Excitante viaje interior a través de las obsesiones del autor que sin caer en el error de tomarse demasiado en serio factura una obra donde queda patente una interesantísima voz propia, no le pierdan de vista.
En pleno mes de abril y para purgar nuestro delirio como especie ante la pandemia, el maestro barcelonés decidió desahogarse sin rodeos, dando una vez más una lección de escolio mordaz y nervios. Esta “pequeña” grapa en tono panfletaria, se convirtió en un manifiesto más necesario que nunca en estos tiempos de gobernanza idiota.
Una mezcla del humor de los cartoon clásicos con existencialismo moderno, que en esta ocasión le lleva a reflexionar sobre la muerte creando un cruce entre el Séptimo sello de Bergman y el surrealismo costumbrista de José Luis Cuerda. Un excelente tebeo a destacar, donde queda patente la habilidad de Montatore para crear a partir de esencias mínimas, la más puras, como los buenos licores.
Si Boorman hizo una relectura cinematográfica totalmente posmoderna del ciclo artúrico en la excelente Excalibur, Jorge García y Gustavo Rico consiguen hacer lo propio en el ámbito del cómic. Tal y como señala Sagar Forniés en el prólogo de la obra consiguen eludir los preceptos más clásicos del medio en esta versión pasada por el filtro del glam-rock (!!!) con un dibujo y color epatante.
No se debe desentrañar demasiado de La cólera, un relato de inspiración troyana sobre la naturaleza del alma atribulada de Aquiles. Naturaleza que los autores convierten en tesis sobre la cultura europea a través de imágenes poderosísimas y un fondo discursivo hondo, abierto. Sobre todo sorprendente.En La cólera las imágenes impactan como los invasivos escudos de sus primeras escenas. Los diálogos miran al pasado con vibración de futuro. Y lo que en otras manos serían birli birloques se convierten en defensa del cómic como objeto. (Leer toda la reseña)
Editado con primor por Autsaider, que ha mimado la edición hasta el más mínimo detalle, esta caja es un objeto a tener siempre cerca para recuperarlo en aquellos momentos en que la risa salvaje sea más necesaria. Esto no está bien es una obra que pone su granito de arena en el inacabable debate sobre los límites del humor, invitándonos a pensar que, tal vez, en el humor no debería haber límite alguno. (Leer toda la reseña)
Ejercicio de justicia poética o alta traición a sus ideales, complicado…en todo caso para los lectores y devotos de Teodoro Hernández esto es una auténtica maravilla. Pepitas de Calabaza recopila aquí parte del material que Teodoro publicaba en su fanzine Miguel . Los incondicionales que perdieron su pista tras su andadura como ElreydeEspaña se reencontrarán aquí con algunos de los lugares comunes y obsesiones del autor, aunque quizás en clave menos gamberra e hijoputesca.
Esperemos que Pepitas de Calabaza nos sorprenda en breve con más material descatalogado del que es uno de los creadores más sincero y geniales que ha dado el medio.
Tierra Muerta nos muestra cual podría ser el resultado de que la banda Jerusalem Crickets de la novela gráfica Locas de Jaime Hernández, se fuera de gira por los diferentes países reflejados en la novela de George Orwell 1984: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental.Si ya en su primer trabajo Desde Abajo, empieza a escarbar por la parte más subterránea del rock en un contexto socialmente represivo, en este segundo la temática se solidifica, se centra, y se dramatiza. Mantiene el ritmo vertiginoso que caracterizó su obra anterior, pero ganando fuerza con la espectacular aportación del colorido. (Leer toda la reseña)
Si ha habido un cómic que ha creado hype durante el confinamiento ese sin duda ha sido “El Murciélago sale a por birras” de Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983).
Aparecido inicialmente en redes sociales en plena fase 0, contando cómo Batman el Murciélago desafía la cuarentena en busca de birras por la ciudad y se encuentra con otras movidas. Un cómic paródico lleno de humor con un lenguaje coloquial lleno de localismos que hacen todavía más divertida sus aventuras. (Leer toda la reseña)
Deslumbrante final para la trilogía del “Yo” (Yo, asesino y continuada con Yo, loco.) que firman Antonio Altarriba y Keko.
Este cómic es primo hermano de los tebeos de este 2020: Primavera para Madrid . Un verdadero fogonazo de realidad magistralmente disimulado con aquello de “Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad”. Pasen, vean y sobre todo constaten en que clase de lodazal y cloaca inmunda se enmarca nuestro presente.
Una historia de rotura familiar que también aborda temas como la integración, el racismo o el distanciamiento social. Hafid lo cuenta de forma extraordinaria, a través de un punto de vista distante. Con un cierto estilo aséptico del narrador con respecto a la historia y a través de un dibujo geométrico, a medio camino entre la línea clara de Ware y la fijación simétrica de Baitinger. (Leer toda la reseña)
Paco Roca cierra aquí el díptico de (su) la memoria que arrancó con La Casa y explota al máximo la posibilidades del cómic, consiguiendo volver a emocionar al lector con algunos recursos narrativos.
“Todas las fotografías atestiguan la despiadada disolución del tiempo” decía Susan Sontag en Sobre la Fotografia, sobre la rotundidad de esa máxima gira parte de este relato que sirve para evocar la realidad de toda una generación de mujeres, aquellas que se criaron en las crudo de la postguerra. Excepcional homenaje a la evocación de los recuerdos (Leer toda la reseña)
El Mal, como él mismo reconocía hace unos días en una conversación con su colega y compañero de editorial, David Molina, es el tema que ocupa sus páginas de historieta. Empezó con adolescentes escandinavos, para ir subiendo en el escalafón de maldad hasta llegar al sistema de poder español. Aunque se trate de un trabajo de ficción -ejem, ejem- Magius ha hecho un trabajo magnífico de documentación y ha tenido muchísima maña y maestría para ir ligando tramas sin aparente conexión y construir un tapiz monumental, digno de un Scorsese en plenitud. (Leer toda la reseña)