El último contacto que tuve con la obra de Yayoi Kusama (Matsumoto, Japón, 1929) fue a través de la reinterpretación en plastilina de alguna de sus obras que trajo del colegio mi hijo. Una pequeña anécdota que sirve como ejemplo de la recuperación de la figura de esta artista japonesa. No es de extrañar que Elisa Macillieri (Perugia, Italia) la haya escogido para realizar su biografía en forma de viñetas.
Kusama es una artista no del todo desconocida, reconocida en el ámbito artístico y que debe ocupar mayor presencia en el ámbito popular, como muchas otras mujeres. Pero no siempre fue así. Kusama dejo Japón a finales de los 1950s para instalarse en New York donde adquirió bastante relevancia en el ámbito artístico y con las obras sobre sus obsesiones y sus happenings donde abogaba por una libertad del cuerpo y el sexo. En los setenta regresó al Japón donde se aisló y trató sus problemas psicológicos. Fuera de la escena artística del mundo occidental, parecía condenada al olvido, pero el interés por su obra resurgió en los años 90 del siglo pasado, recuperando su figura y reflotando el interés por su obra, llena de patrones psicodélicos. Macellari realiza un recorrido por su vida que sirve de puerta de entrada perfecta para conocer a la artista japonesa, una aproximación en la que presenta su relación con otros artistas de la época, parte de su vida personal y la evolución de su obra, muchas veces entrelazadas e inseparables.
Y lo hace con un estilo que evoluciona desde su anterior trabajo Papaya Salad (Liana Editorial 2019), las viñetas pierden los caminos que las separan, la paleta es menos cálida, buscando los colores que reflejan el arte de Kusama, las figuras humanas también evolucionan, por ejemplo, se nota en las narices, en los gestos. Una búsqueda de encuadres, de rostros que recuerda a la de otro autor italiano como es Igort, con el que también comparte la influencia oriental en su dibujo. Todo fluye con naturalidad y capta el interés del lector en una vida de artista apasionante. Un semblante biográfico para todos los públicos que sirve para acercar más al público la figura de Yayoi Kusama, una artista que seguramente no es tan conocida como otros coetáneos, seguramente por ser mujer, japonesa y tener el estigma de las enfermedades mentales. Pero una figura que debe ser más conocida sin duda, y Macellari contribuye a que así sea.