Según parece, fueron varias las razones que llevaron a Morris a trasladar a Lucky Luke de la revista Spirou a Pilote en el año 1968. Desde el escaso convencimiento de Dupuis a promocionar al personaje más allá del mercado francófono hasta la promesa de una adaptación animada de las aventuras de su popular creación realizada por Dargaud,  sumado al contrato que la editorial francesa le ofrecía y al propio interés de René Goscinny  por tener bajo el mismo techo a los personajes con los que trabajaba, todo ello contribuyó a un cambio de aires que causó en su momento cierto revuelo.  De ese modo, la salida del vaquero solitario dejó al semanario belga en el que había cabalgado desde 1946 sin un serial del oeste, género que por entonces seguía cultivándose con asiduidad en las revistas más populares.

Los responsables de la cabecera se pusieron manos a la obra y pasados apenas una treintena de números debutaría la serie que le tomaría el relevo: Casacas azules. Efectivamente, unos meses después de aquella despedida se presentaban los integrantes de un peculiar contingente de caballería que tenía su sede en Fort Bow, en pleno territorio indio. Iniciada como una colección de gags y relatos humorísticos breves, se estabilizaría a partir de 1970 con historietas de mayor calado y una presencia más continuada de la pareja de soldados que acabarían siendo cabeza de cartel, el sargento Chesterfield y el cabo Blutch.

Tras haber iniciado su compilación con los primeros álbumes del dibujante Willy Lambil, ahora Dolmen vuelve sobre sus pasos para presentar las historietas inaugurales de Casacas azules realizadas por sus creadores originales, el guionista Raoul Cauvin (Antoing, Bélgica, 1938) y el dibujante Louis Salvérious “Salvé” (Soignies, Bélgica, 1935 – 1972), quien debido a su prematuro fallecimiento solo pudo hacerse cargo de la etapa inicial. En este tomo podremos conocer el nacimiento de un clásico de la bande dessinée juvenil que todavía sigue en activo, y también su progresiva consolidación gracias, entre otras razones, a la sabia decisión tomada a partir de la tercera aventura larga (Del norte al sur) de situar las aventuras en plena guerra de secesión, alejándose así de la influencia del propio Lucky Luke y de otros referentes.