Si pensamos en una profesión que con solo mencionarla ya transmite admiración y envidia, una de las preferidas de cualquier niño, en el top de cualquier lista que tenga lo que hay que tener, seguro que aparece la de astronauta. Parece que para viajar más allá de este planeta hay que estar hecho de una pasta especial. Al menos, así era hace 50 años, cuando el hombre dejó su huella por primera vez en la Luna. Pero hoy en día, lejos de misiones pioneras de vida o muerte en una carrera espacial entre bloques, parece que el tema de los astronautas sea más rutinario: suben y bajan a la Estación Espacial Internacional (ISS) y allí realizan numerosos experimentos y toman muchísimas fotos de la Tierra. Entonces, ¿cuál es la realidad de un astronauta de la actualidad? Esa es la pregunta que se hizo Marion Montaigne (Isla de la Reunión, Francia 1980): ¿cuál sería el día a día de un astronauta hoy? Para responder a esa pregunta decidió seguir la carrera del astronauta francés Thomas Pesquet y su primera misión en la ISS.

Así que En órbita con Thomas Pesquet tenemos un tebeo de divulgación científica, en la que se siguen los pasos de Pesquet desde los primeros tests en la selección de la Agencia Espacial Europea (ESA), la incertidumbre de la selección y lo difícil y especiales que son esas pruebas. Le sigue el duro entrenamiento durante años en los que hay que viajar a todos los países que forman parte de la ISS y esperar que le asignen una misión. Luego realizar la misión y los cientos de experimentos en el espacio y regresar a la Tierra. Montaigne se centra en los aspectos más rutinarios y con mucho detalle para explicar todo el proceso. Así, entre otras muchas cosas, aprendemos no solo como funcionan los retretes espaciales, una de las preguntas más frecuentes a un astronauta, sino también de cómo deben entrenarse para utilizarlos. Todo bien documentado, con mucha rigurosidad. De hecho, Montaigne estuvo acompañando a Pesquet en algunas de las etapas de la historia, como prensa acreditada.

Pero si solo eso ya fuese motivo suficiente para disfrutar de este tebeo, hay que añadirle la magia que tiene Montaigne a la hora de divulgar. El cómic está lleno de humor, a veces irreverente, otras jugando con el gag, llevándolo al absurdo, sin perder la rigurosidad en ningún momento y llevando al lector a la carcajada. Divulgar de forma amena es un plus, hacerlo de forma que el lector además ría continuamente, es una absoluta maravilla. No es de extrañar que este tebeo haya sido un superventas en Francia y se haya llevado el premio del público en el Festival de Angoulême de 2018. Galardón que ya había obtenido en 2013, entre otra nominaciones, su serie Morirás menos idiota (Tu mourras moins bête), aún inédita en nuestro país – cinco tomos lleva ya en Francia- y que recopila las historias publicadas previamente en su weblog, en las que trata de divulgar respondiendo preguntas de los lectores y en las que ya pone en práctica su estilo caricaturesco y lleno de humor que podemos ver en pleno rendimiento En órbita con Thomas Pesquet, que atrapa al lector solo mirarlo.

De momento nos conformamos con la detallada rutina espacial de Thomas Pesquet, que no es poco. Y sí, los astronautas están hechos de una pasta especial, pero Montaigne tiene el talento necesario para demostrarlo y hacerlo de manera divertidísima.