Zuzu es el nombre artístico de Giulia Spagnuolo (Salerno, 1996). Giulia, que toma su nombre artístico del mote cariñoso que empleaba su padre con ella, estudió en el Instituto Europeo de Diseño en Roma y presentó Cheese (Barbara Fiore, 2020) como proyecto final. El proceso de creación de la obra lo llevó a cabo bajo la supervisión y orientación de Gipi, el autor que la enganchó de joven al mundo del cómic. La publicación de Cheese por parte de Coconino Press en 2019, causó sensación entre crítica y público en Italia. Barbara Fiore llegó a ver publicada esta obra, que salió al mercado poco antes de su lamentable y dolorosa muerte.
El que esto escribe llegó al arte de Giulia antes de la aparición de Cheese, vía el octavo número de Now, la revista que publica Fantagraphics desde 2017 y de la que se encarga Eric Reynolds. En Red, el título de la historieta corta, Zuzu narra el juego de dos primos que recrean el mundo adulto en la soledad de sus habitaciones. Fue precisamente su estilo deformado y alejado del realismo, su parquedad textual y ese poner la atención en el dibujo como vector emocional, lo que me llamó poderosamente la atención de la autora.
En este sentido, Cheese no es un cómic que a primera vista parezca acomplejado por su ambición de obra de larga extensión. Cheese es la historia de la amistad entre Zuzu, Riccardo y Dario. En Cheese hay elementos autobiográficos, enamoramientos adolescentes, aburrimiento a raudales y entusiasmo desmotivado, el deseo de destrozar el mundo, la bulimia y la anorexia. Es la historia de un trío que observa desde su pequeño mundo los peligros de la edad adulta. Su salida al mundo exterior, es un viaje a Brentonico, un pueblo de cuatro mil habitantes en la provincia de Trento, para participar en una inaudita competición local que consiste en la captura de un queso rodante que va colina abajo a toda castaña.
“Elegí el título porque tiene un doble significado. Es la exclamación que se dice para sonreír en las fotos, un objetivo que comparten muchas obras de cómic, pero también hace referencia al concurso del queso rodante (…). Es una situación divertida, pero también peligrosa y es una elección metafórica. De hecho, los tres protagonistas de mi libro, con importantes malestares existenciales, participan en esta prueba como una catarsis que despierta en ellos el deseo de desafiar sus miedos, sus límites y, en consecuencia, retomar las riendas de su propia existencia”. Así se explicaba la autora en una entrevista realizada por Maria Romana del Mese en junio de 2019 para La Città di Salerno.
¿Es Zuzu una apuesta editorial? Sin duda, fue una apuesta de Ratiguer, el nuevo responsable editorial de Coconino Press-Fandango desde 2017. Sin embargo, no era un salto al vacío. Giulia tuvo a Gipi como guía o mentor. “Gipi fue quien me hizo las preguntas necesarias para llegar a la conclusión más adecuada al final de mi libro. Me hizo comprender lo que realmente necesitaba pensar para obtener un mejor resultado”.
Cheese, como la propia autora cuenta, surge de un montón de apuntes desperdigados y guardados o anotados en el móvil y en libretas de todo tipo. ¿Dar forma a esas heridas profundas -ella misma transitó por la anorexia y la bulimia- fue un proceso de aceptación y maduración? No encontraremos la respuesta en esta obra, poderosa a nivel gráfico y que funciona a varios niveles. Esto es, por un lado tenemos el relato de los tres amigos, marcado por un costumbrismo generacional, ácido y parco, feo y lúcido; por el otro, tenemos el componente íntimo, erigido alrededor del trastorno alimenticio y la aceptación del propio cuerpo, mucho más visceral y poético, violento y frágil. El único pero que se le puede poner a este interesante debut es que estos distintos niveles narrativos, en lugar de apoyarse entre sí para crear una narración orgánica, funcionan individualmente sin comunicarse demasiado entre ellos.
A pesar de este problema, no precisamente pequeño, Cheese es una obra que anuncia a una de las autoras a seguir del panorama del cómic internacional. ¡Bienvenida sea, Zuzu! ¡Muchas gracias, Bárbara Fiore, por tu encomiable labor editorial! Amor eterno. No quiero acabar la reseña sin mencionar el buen trabajo de Regina López Muñoz en la traducción.