Parece que con “Dios en persona” Marc-Antoine Mathieu se hubiera propuesto medir los límites. De Dios, de la sociedad, de la avaricia de todos nosotros, de lo cruel del sistema, de los márgenes físicos que el formato cómic le permite para explicar un guión muy literario plagado de citas a Voltaire, Gustave Flaubert, Jules Renard… ¿Es ilimitado acaso hacer un cómic sobre Dios? Will Eisner ya realizó su “Contrato con Dios” (en términos totalmente diferentes a este, claro está) y Robert Crumb su versión del Génesis… El esfuerzo le valió a Marc-Antoine Mathieu el Gran Premio de la Crítica de la ACBD (Asociación de críticos y periodistas de Bande Dessinée) en el de Festival de Angoulême de 2010.
Ahora “Dios en persona” llega a nuestras librerías con una cuidada edición y una destacable traducción, ya que no siempre se mima este aspecto como se debiera (y este guión lo merece). El cómic sigue la línea de “Julius Corentin Acquefacques”, serie iniciada en 1990 no publicada aún en España y que quizás ahora tenga su oportunidad en castellano.
Se mantienen las constantes que han marcado el estilo de Marc-Antoine Mathieu, como la reflexión metafísica, la experimentación con el cómic como objeto (aunque en este caso más moderada que en otros títulos, como en “La 2,333e dimension”, de la misma serie, en donde investiga sobre las posibilidades del 3D) y las diferentes maneras de desarrollar un guión. En definitiva, podríamos decir que Mathieu experimenta con los metacómics, donde cabe citar a Terry Gilliam, Moebius, Borges, la literatura en general, la metaficción, la experimentación con las limitaciones –o posibilidades– físicas de la viñeta, la página, el color y la historia en sí misma…
“Dios en persona” es una reflexión sobre nuestra sociedad a través de la figura de Dios. Para ello, Marc-Antoine Mathieu se sirve de esos elementos que definen la actualidad, como el merchandising, el márketing, la publicidad, los reality shows… Los males de nuestra era parecen tomar como presa preferente a Dios y convertirlo en el eje de nuestras vidas. Aunque en el guión encontramos citas del calibre de “Dios es la soledad de los hombres”, de Jean-Paul Sartre, Mathieu consigue llevar adelante su historia evitando un tratamiento demasiado intelectual, plagado del humor absurdo, característico en toda su obra.
El blanco, negro y gris que Marc-Antoine Mathieu emplea sirve para crear efectos que parecen resaltan aspectos oscuros de nosotros mismos y de la misma figura de Dios. Los claro-oscuros divinos, del sistema que permite frivolizar con una figura del calibre de Dios, etcétera. Un cómic elaborado para la reflexión y que va más allá de la labor de explicar una historia. Marc-Antoine Mathieu parece reflexionar sutilmente sobre el devenir de la Historia y cómo esta ha desembocado en la sociedad del presente y en los elementos que la conforman.
Una muy recomendable historia gráfica para observar al cómic desde el otro lado. Desde el lado de su modelaje y desde la reflexión de quiénes somos y en qué nos hemos convertido.