Borja Sumozas (Madrid, 1977) se ha forjado una carrera como cómico en Comedy Central y ha participado en series y programas como Museo Coconut, Las nuevas e inesperadas aventuras de Enjuto Mojamuto, Carne Cruda o La Resistencia. En 2021 consiguió el XV Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic por Pesimismo Mágico, una obra en la que, según el jurado, “asume el riesgo de narrar la enfermedad mental desde un planteamiento estético radical que aporta reflexiones a diferentes niveles sobre un problema invisibilizado”. Un cómic sorprendente, en el que conviven las alucinaciones y la crítica social.
Creado en un momento complicado de su vida, Pesimismo mágico es un primer trabajo en el que se entreteje lo autobiográfico, la pesadilla y el humor de una manera cruda y visceral. Para conocer más del autor y la obra, charlé con Borja hace unos días.  

 

¿Quién es Borja Sumozas? ¿Cuál es tu relación con el mundo del cómic?

Desde pequeño me gustaba mucho el cómic, me fascinaba. Iba cada semana al quiosco, todavía no había tiendas especializadas, a buscar el nuevo número de Spiderman, que era la serie que empecé a coleccionar. Y en esa época ya hacía algún cómic. Desde pequeño he hecho cómics, aunque la primera vez que me publicaron algo fue en el la Residencia de historietistas.

 

¿Y cómo entras en la Residencia de historietistas? 

Pues me lo propuso Juanjo el Rápido. Creo que entré en el cuarto número. La verdad es que me hizo muchísima ilusión. Desde el principio ya se sabía que iban a ser diez números y ya. Me encantó participar en ese proyecto porque había gente buenísima (Federico del Barrio, Enrique Flores, Fermín Solís, Juan Berrio, Álex Fito, Laura Pérez Vernetti, Max, Felipe H. Navarro, Manel Fontdevila, Miguel Ángel Martín, Sento, Toña Santolaya, Javier Olivares, Pablo Velarde, Joaquín López Cruces, Yeyei Gómez o Jali, entre otros; nota del entrevistador).

 

 

Estudias Bellas Artes. 

Sí, estudié Bellas Artes y en la facultad conocí a Miguel Esteban, cómico y guionista, y nos pusimos ya, estando allí, a hacer cosas relacionadas con el humor. A escribir guiones, a actuar en salas, etcétera. Siempre he estado muy vinculado con la comedia, aunque lo he compaginado con la ilustración. 

 

¿En Bellas Artes el cómic lo estudias? 

Más pintura y grabado. Nunca toqué el cómic en Bellas Artes, nunca hubo un proceso de aprendizaje. De hecho, me di cuenta al hacer Pesimismo Mágico que me faltaba mucho por aprender del proceso de creación de un cómic.

 

¿Cuál es el germen de Pesimismo Mágico?

Es un proyecto que se gesta durante la pandemia, época en la que empecé a escribir historias sobre la medicación que estaba tomando para tratar la depresión. Era un momento duro, pero siempre he utilizado el humor para todo, y era un intento de tratar aquel episodio con humor negro. De todos modos, a la gente que lee el cómic le cuesta encontrar el humor. 

 

Pesimismo mágico, de Borja Sumozas - Zenda

 

 

Partes de una realidad alucinada y, en este sentido, juega un papel preponderante el color. 

Desde el principio, tenía claro que el color iba a ir en las ensoñaciones, porque tenía que ver con cómo le influían los antidepresivos a la protagonista. La parte realista, realista entre comillas, iba a ser en blanco y negro. A posteriori, me di cuenta de que tenía mucho que ver con con el Mago de Oz, porque en la película ocurre eso: la realidad es en blanco y negro y el reino de Oz es a color. Era algo que tenía interiorizado, porque la peli me marcó mucho de pequeño. Me impactó.

 

Por lo que me cuentas, ¿cuándo empiezas a dibujar, estamos todos encerrados en casa, y a te coge con una depresión diagnosticada?

Sí, la verdad es que sí, aunque es algo de lo que no me gusta hablar mucho ahora… En realidad, el cómic fue mi manera de desahogarme. Conforme iba dibujando, tomaba perspectiva, al tiempo que dejaba la medicación. Cuando estuve peor, digamos, era incapaz de hacer nada.

 

Presentas el proyecto al premio Salamandra y resulta ganador… 

Me fue muy bien, porque el hecho de ganar y tener que entregar un proyecto, fue un reto para mi. En ningún momento pensé en salir elegido. Para enviarlo pedían 30 páginas terminadas y una sinopsis completa. 

 

 

El premio te permite centrarte solo en este proyecto.

Totalmente. Eso es genial. Siempre digo que la comedia es tragedia, más tiempo, más dinero. Porque si no tienes dinero, no puedes hacer nada. En realidad nada artístico, porque tienes que coger trabajos alimenticios para pagar el alquiler. Por ello, este premio fue un sueño. Te vamos a pagar para que te dediques a lo que te gusta. Estuve unos meses dedicado a ello y, paulatinamente, fui dejando de tomar las pastillas. O sea, el premio me sirvió en parte para mejorar.

 

A nivel gráfico sorprende porque es un trabajo que se sale de las coordenadas gráficas habituales. No sé si es como has dibujado siempre, toda la vida.

Pues la verdad es que no, o sea, no lo sé (risas). Creo que no tengo un estilo, aunque desde fuera siempre me dicen que hay algo que se repite, aunque no sea consciente de ello. Lo que sí tengo claro es que, de alguna forma, mi dibujo es expresionista, en el sentido que daba prioridad a que tuviera fuerza y expresara lo que quería contar. Independientemente de que el dibujo fuera más o menos bonito o me hubiera equivocado en las proporciones.

 

¿Tenías algún referente gráfico, mientras dibujabas? 

No, lo que sí tuve fue ayuda para cuestiones técnicas, como el funcionamiento de los bocadillos o cómo situarlos. Hablé con gente que sabía del tema. Por ejemplo, con Javier Olivares. Fue toda una masterclass. Me dio un montón de buenos consejos sobre la composición e incluso sobre la manera de dibujar a Laura, la protagonista. En mi cabeza tenía muy claro que la dibujaba siempre igual, pero parece que no era tan evidente para el lector. Javier me puso un ejemplo muy bueno: todo el mundo sabe que Clark es Clark Kent porque lleva gafas. La referencia de las gafas permite identificar al personaje independientemente del estilo o la habilidad del dibujante. De ahí el peinado característico de la protagonista del cómic.

 

Al hilo de lo que comentas, Pesimismo mágico es tu primera obra, con una extensión de 128 páginas. Me pregunto si en algún momento tuviste un momento de fatiga o de dejarlo. 

 Curiosamente, los bloqueos los tuve más con el guión que con el dibujo. El dibujo ya lo daba por perdido, entre comillas, desde el principio; no iba a aprender a dibujar en aquel momento, por tanto, me puse a dibujar con los conocimientos que tenía. Sin embargo, con el guion tenía bloqueos porque quería contar cosas, pero no quería que fueran evidentes. Tenía incluso mis dudas éticas y morales sobre hasta qué punto podía tratar el tema de la salud mental sin documentarme sobre el tema, ciñéndome tan solo a mi experiencia.

 

 

¿En algún momento notas que el proceso de escritura de un cómic es distinto al de un guión de comedia o de televisión?

Es distinto, aunque se parece un poco a los monólogos, en el sentido de que estos son muy concisos. Hay que ir muy al grano, las frases tienen que ser precisas. Lo mismo ocurre con el cómic. Leo cómics desde pequeño. Por ello procuraba no hacer aquello que me molesta cuando los leo: que la imagen cuente lo mismo que el texto. Texto y dibujo forman un todo, se complementan, no se pisan.

 

Con el dibujo te ciñes a una estructura bastante rígida. No sé si fue para facilitarte un poco el trabajo. 

La estructura está desde el principio del proyecto, porque mi idea era un largo monólogo de Laura, que guarda sus pensamientos en cajas, como si fueran cajas de Pandora. Me ayudaba esta rigidez formal, al contraponerse con el caos y el surrealismo de la historia. Además, era una forma de darle ritmo al cómic.

 

El formato y el tamaño del libro impactan.

Justo el formato era lo único que quería de otra manera, pero por suerte las editoras no me hicieron caso. Quería un formato muy pequeño para que no se vieran los fallos de dibujo. Cuanto más pequeño sea, menos van a ver que me he equivocado en algo (risas). En ese formato de 30x30cm, con ese color, es más fácil entrar en la historia. 

 

¿Te sentiste arropado por el equipo editorial? 

Me ayudaron a que se entendieran mejor las transiciones entre el mundo real y el de los sueños. De ahí la distribución en capítulos, para no meter transiciones bruscas de una viñeta a otra y que se entienda mejor la obra. 

 

Quería preguntarte si para abordar un asunto como la salud mental, buscaste otros autores que hubieran tratado el tema. Como Lorenzo Montatore, por ejemplo.

La verdad es que no, porque, como me pasa con el humor, no quería ver algo que se pareciera mucho a lo mío y desanimarme. Durante el proceso de creación no miré otros cómics, la verdad. De Lorenzo Montatore, he visto cosas suyas, pero no he leído nada de él. De hecho, no tenía muy claro que hablara de este tema. Ahora que lo dices, me apetece leerlo.

 

Pesimismo mágico (Salamandra Graphic) : Sumozas, Borja: Amazon.es: Libros

 

La historia está escrita en primera persona. 

Pues sí, y fíjate que a lo mejor eso fue una influencia de la tetralogía de colores de Jeph Loeb y Tim Sale en Marvel, que me gustó mucho, en su momento. 

 

Tengo curiosidad por saber acerca de tu técnica de dibujo. 

No seguía una técnica muy ortodoxa, porque tampoco sé muy bien cómo se hace un cómic. Podía empezar haciendo un boceto en una libreta, luego lo escaneaba y lo seguía retocando con una tableta gráfica. A veces, usaba una pintura como fondo o un grabado porque me gustaba la textura y a partir de ahí construía la viñeta. Otras, sacaba caras de aguafuertes, en los que me parecía adivinar un rostro. Luego estaban los problemas de encajar dibujos enormes en figuras que aparecían en viñeta en segundo plano o figuras que perdían resolución al acoplarlas. Por puro desconocimiento (risas). 

 

Antes hablabas de Oz, pero veo algo de la Divina Comedia de Dante, ese descenso del principio del libro, con esos demonios que acosan a la protagonista…

Eres la primera persona que me dice lo de Dante. Me hace ilusión, pero lo veía más como algo distópico. David Lynch, creo que su cine reverbera en mis páginas. 

 

No eres el único humorista que se dedica al cómic. Ahí están Joaquín Reyes, Raúl Cimas o Carlos Areces, por citar tres. Parece que hay un nexo entre el humor y el cómic.

Pues sí, parece que es común porque fíjate, aparte de estos que comentas, que me encantan, está Miguel Esteban, que también viene de Bellas Artes. Muchos cómicos han salido de Bellas Artes y se dedican a contar historias, en series, ante el público o en el mundo del cómic. Es curioso.

 

Eso sin contar el premio Nacional de Cómic de este año que lo ha ganado Paco Sordo. Otro autor que se dedica al humor. 

Es verdad. Y el trabajo de Paco Sordo también mezcla también entre humor y terror.

 

¿Tienes otros proyectos de cómic en mente? 

Me encantaría seguir haciendo cómic, la verdad. Lo que pasa es que necesito pagar el alquiler y, para ello, como te decía antes, tengo que trabajar otra vez, escribiendo guiones o con alguna actuación. Lo ideal sería que me dieran un adelanto para poder centrarme en hacer otro cómic. Tengo escrito otro.

 

Pesimismo mágico', el cómic como terapia contra las enfermedades mentales

 

Parece que hay ayudas para otras artes, pero no hay becas para la creación en el cómic. 

Es un medio claramente precario. He tenido la suerte de ganar un concurso. Me han pagado un adelanto y he podido estar unos meses dedicándome solo al cómic; ha sido genial. Pero sí, estoy totalmente a favor de que se subvencione la cultura de alguna forma, porque en otros países se hace y da puestos de trabajo y dinero. No es algo meramente espiritual, sino que da sus frutos. 

 

¿Cómo va la promoción del cómic?

Muy bien. De momento las críticas son todas muy buenas. Toco madera. Era una cosa que me daba mucho miedo; que me pusieran a parir. Ya lo he vivido cuando he hecho monólogos; gente insultándome, poniéndome a parir. Pero con el cómic era distinto. Es como un hijo. Me dolería mucho más que con la comedia. 

Aprendo con lo que dicen del cómic, como lo que me has dicho ahora de Dante. Eso me inspira y me dan ganas de seguir dibujando.

Hace unos días estuve en las jornadas de cómic e ilustración de Fnac Barcelona y fue toda una experiencia. No tuve la oportunidad de conocer a Paco Sordo, porque estaba por la tarde, pero me senté junto a Genie Espinosa, una autora cuyo trabajo admiro, estuvimos charlando de nuestros trabajos. Impensable unas semanas antes.

 

Para acabar, ¿qué cómics o lecturas nos puedes recomendar que te hayan gustado últimamente? 

Un cómic que me ha interesado últimamente es Olimpíadas del Sufrimiento (Dolmen Editorial, 2022) de Enric Pujadas y Gonzalo Aeneas, que también tiene mucho que ver con la salud mental. Me enteré de él porque Álvaro Pons escribió una crítica en la que comparaba Pesimismo Mágico y Olimpíadas del Sufrimiento. Me ha gustado el planteamiento y como cambia de estilo en función de las fantasías de los protagonistas. De repente, es un manga o un cómic de Marvel o un europeo. Me ha parecido muy, muy interesante.