¿Qué es “Entresijos”?

Es un cómic que habla de Madrid. Es una recopilación de dobles páginas aparecidas en la revista M21 Magazine y en eme21 mag. No tiene ningún afán enciclopédico, son episodios del Madrid de los barrios. Cosas que suelen ser colaterales de las típicas y tópicas visitas que salen en las guías.

 

De hecho tus dobles páginas hablan más de la vida cotidiana de los barrios que tienen una gran multiculturalidad.

Sí. No suelen hablar del centro, más bien de periferias y de habitantes de esos barrios. Habla poco de turistas, zonas de moda. El Museo del Prado no sale por ejemplo, ya está en muchos sitios.

 

M21 magazine era un periódico ilustrado editado por el Ayuntamiento de Madrid y fundado por Enrique Flores y Jacobo Rivero en 2017. Eme21 mag sería la cabecera sucesora tras el cambio de consistorio. Autsaider recopila tus páginas en un libro que se convierte en una guía periférica de Madrid.

Mis páginas no hablan necesariamente de la actualidad. Hay historias de otras épocas como la del fantasma de Larra o la estatua de Cascorro que está en el Rastro.

Autsaider vió interesante sacar la recopilación. Al principio pensaba que podía ser dispersa pero al ver todo junto ví que sí había cierta unidad aunque los temas no tengan una continuidad.

 

 

 

Tu historia está muy vinculada a Madrid. Comienzas a publicar en los años 80 en la revista Madriz.

Cierto. También era una revista vinculada al Ayuntamiento aunque dibujaba cosas que no tenían nada que ver con la capital. Mi trayectoria en el cómic siempre ha sido de aparecer y desaparecer. No me he dedicado 100% a ello.

 

A pesar de ese vagabundeo por las viñetas estás presente en la historia del medio desde entonces. La revita Madriz estaba capitaneada por Felipe Hernández Cava y surge en un momento de apogeo de las revistas con una vocación renovadora y muy centrada en la voz de los autores. Tu propuesta, que mezcla música y cómic se adapta a la perfección.

Yo trabajaba en el diseño gráfico sobre todo. Vivir del cómic era complicado.

 

¿Incluso en aquellos años 80?

Incluso en aquellos años. Yo dibujaba en Madriz y otros autores destacaron más. Yo repartía más mi jornada laboral. Hubo gente que se centró más en el cómic y es lógico que tuviesen más proyección pero a mi no me parece mal ir alternando música, diseño y cómic.

 

Con tu grupo Los Coyotes haces música, videoclips que reflejan ese maremagnum de referencias tan presentes en tu obra. En aquella época películas como “Matador” de Almodovar muestran ese acercamiento irónico a lo castizo que tú hacías con canciones como “El típico español”.

Hice una canción irónica, “El típico español” pero no tengo mayor interés por ello. Hubo una época en la que se vivió una reivindicación de lo español. Yo estaba más ocupado con la interpretación de las músicas latinoamericanas y en eso sigo. En “Entresijos” hay muchas alusiones a las migraciones latinas que siempre me han gustado más. Nunca he militado en el españolismo. Me ha interesado más lo hispánico, el mundo de habla hispana.

Quizás la reivindicación sea del lugar del que viene cada uno, ya sea Galicia, País Vasco, Murcia o el que sea. En aquella época había una pasión exacerbada por Berlín, Londres o Amsterdam y yo he sido más castizo. En esos momentos en los que la gente que flipaba con Amsterdam a mi me pareció más interesante el mundo latino.

 

Un Madrid que tiene una sonoridad especial. “Entresijos” parece tener banda sonora.

Sí. Como está hecha en el presente tiene ecos de reguetón, música marroquí o trap urbano.

Las referencias son más esas que Leño, por ejemplo. Cosas por las que yo luchaba han triunfado. El reguetón es una música de raiz latina y, aunque a mucha gente le chirrie, está triunfando.

 

 

A pesar de hacerlo de forma esporádica, has tenido una presencia constante en el medio como decíamos. En los 90 hubo una crisis de las revistas que hace que los autores que vean cómo sus posibilidades de dedicarse profesionalmente a ello desaparecen y surgen otras iniciativas, los fanzines, realizados por francotiradores apasionados por el cómic.

En esa época sigo colaborando con revistas como Mr. Brain, La más bella… Es cierto que entre el cómic moderno de los años 80 hasta la llegada de la novela gráfica el cómic estuvo un poco olvidado. Aunque el nombre de novela gráfica a algunos siempre nos pareció una etiqueta un poco rara, permitió poner en los medios el cómic y convertirlo en algo más serio. Pero tener la dedicación de hacer un libro de 200 o 300 páginas es complicado. Hay que dedicarle mucho tiempo en el que hay que vivir.

 

Si te parece hablamos de aquellos años 90. Probablemente haya una generación perdida de autores que se encontraron sin suelo bajo los pies. En la época surgen numerosas iniciativas, en algunas de las que colaboras. Es el caso del Ojo Clínico o Medios Revueltos, herederos de Madriz, con la figura de Felipe Hernández Cava detrás, Mr. Brain o recopilatorios como Come Yuca.

Siempre hay gente que vuelve al cómic. Bartolomé Seguí ha hecho recientemente un par de cómics. El mundo cultural es complicado. Si no está respaldado por un éxito es difícil. Pessoa era funcionario. No es ninguna novedad. Los artistas han tenido que dedicarse a otras cosas y las idas y vueltas son constantes.

Otra gente optó por estar en la industría desde el principio y se dedicó a publicar en el extranjero y a dibujar superhéroes que no me parece ni mejor ni peor. Hay cómics de superhéroes que son mejores que obras de autor. A mi me gusta más Alien, por ejemplo, que Blade Runner.

 

Tu trabajo tiene a la vez un componente comercial y pop pero siempre con una voz muy personal y propia.

Siempre he intentado combinar las dos cosas, también en la música. Hice una canción “Esta noche me voy a bailar” con esa vocación pero tampoco sé si la gente lo valoró. Había una reivindicación de las orquestas y la pachanga que entonces no se entendió mucho.

En ese espacio de los años 90 algunos autores llegaron demasiado tarde a  las revistas y demasiado pronto a la novela gráfica.

Después se han reciclado algunos. El mundo de la cultura es así. Es difícil y siempre tienes la oportunidad de quedarte fuera. La cultura no es necesaria. Es más necesario beber leche o comer chuletas. Al no hacer productos de primera necesidad es lo que hay.

La realidad es que la gente lee lo que lee. Le interesan los cómics lo que le interesa. Puede haber miles y miles de grupos, de autores por metro cuadrado, al cabo del año se publica mucho. No voy yo a decir que solo tengamos que publicar mis amigos y yo pero a veces da la sensación de que hay más autores que público. Hay mucha competencia. Ahora las ventas de novela gráfica son superiores a las de hace unos años. Muchas mujeres se han interesado por el cómic y el mundo de la cultura. Hoy son las que más leen. Y ya está. Hay cosas que han ido cambiando y muchas de ellas son buenas.

 

Tienes una línea discontinua en el cómic como en el caso de Gallardo pero siempre vuelves a las viñetas. ¿Qué tiene el medio para reincidir siempre?

Gallardo también ha trabajado mucho en ilustración y ha sido más continuo. Lo que tiene el cómic es que siempre te apetece contar historias. Cuando empecé a hacer las páginas de “Entresijos” siempre tuve ganas de hacer algo narrativo. Había gente en M21 que hacía páginas más contemplativas pero en mi caso siempre he querido que haya una narración, una historia detrás aunque sea rara. Puede ser clásico el acercamiento o más random pero siempre hay un recorrido narrativo. Eso me gusta mucho del cómic.

En tus historias hay una sensación de cacofonía, tanto narrativa como gráficamente. Hay un dibujo que vas cubriendo con voces y ruidos diferentes.

Me gusta que, en lo que hago, también en la música, haya diferentes niveles de lectura y voces que se entrecruzan. Poner varios puntos de vista para que no haya una visión monolítica, que es algo muy común. Es habitual que las novelas tengan un solo narrador y no es lo que más me interesa.

 

Tus colaboraciones parecen canciones de dos páginas.

Como trabajo esos tiempos, las colaboraciones de dos páginas se parecen más a una canción que una novela gráfica de 300 páginas. También he hecho “Días de alarma” que era menos tarareable.

 

Para Fulgencio Pimentel hiciste un cómic para sobrinos.

Era más un cuento infantil con un apéndice para ser un tío. Es un trabajo del que estoy muy contento.

 

Hablabas de “Días de alarma”.

Durante el confinamiento fui subiendo las historias que iba haciendo a Instagram. Estaba pensado sobre todo para redes. Posteriormente vi que tenía cierto empaque y Salamandra Graphic se interesó por recopilarlas en libro.

 

No sé si te quedan ganas de contar en cómic nuevas historias.

Sí. Sigo colaborando en M21 y haciendo cosas pero no tengo un proyecto de 200 páginas para hacer una novela gráfica. Tiene que ser algo que encaje en mis actividades cotidianas. Con el prestigio que tengo ninguna editorial me va a pagar dos años de trabajo para que haga un cómic pero no me cierro a nada.

Los artistas hacemos las cosas con los pies en la tierra. He seguido haciendo discos pero no meto cuarenta secciones de viento ni ochenta coristas en un disco porque eso luego hay que pagarlo. Yo no puedo hacer superproducciones. Son discos de pequeño formato con pocos músicos porque no puedo permitirme hacerlo de otro modo. Las limitaciones de producción existen desde siempre y conforman la obra de una persona.

Yo creo en “Es lo que hay”, que significa adaptarse a los medios que existen. No digo que no puedo  hacer una novela gráfica de 600 páginas porque no confían en mi, no es mi estilo quejarme. Vamos manejándonos en la vida profesional y personal como podemos.

 

El que aguanta gana.

Evidentemente eso es así. Las cosas hay que hacerlas porque si no no existen. No hay peor película que la que no se ha hecho.

Me he peleado en el mundo del cómic, también en el de la música. La pelea me gusta. Los productos hay que sacarlos adelante con trabajo. Algunos no salen a pesar de haber invertido trabajo pero estoy contento con mi trayectoria dentro del cómic. Está hecho desde un punto de vista posibilista. Si hubiese sacado más cosas no sé lo que hubiese pasado.

 

Tampoco tienes las expectativas del público que puede tener un Paco Roca, por ejemplo.

Sí, a veces por tener éxito te dejas llevar por una inercia. “Entresijos” no es nada artie, es asequible. Habla de Madrid pero no es una flipada. Qué narices, es excelente.

 

¿Proyectos?

Estoy con varias cosas a la vez. Ahora he hecho una cabecera y la música para una serie, “Poquita fe”. He hecho unas pequeñas charlas de cuadros del Thyssen relacionando cuadros con música, estoy preparando nuevo disco… Mis proyectos son los de siempre. Seguiré haciendo cómics y páginas para M21 aunque no sé si dará para un “Entresijos 2”. No lo sé seguro.