Probablemente Flight sea el tesoro mejor guardado que se ha desvelado este año. La obra de Kuniko Tsurita (1947-1985) había sido publicada en diferentes países: en Francia a través de Atrabile en Italia por Coconino Press y en inglés en Drawn and Quarterly. Ahora por fin nos llega en castellano a través de Gallo Nero esta fabuloso recopilación de gran parte de su obra.

Tsurita murió prematuramente a la edad de 37 años, víctima de lupus, una enfermedad que se presenta cuando el sistema inmunitario del cuerpo ataca tus propios tejidos y órganos.
Las 29 historias que recopila esta edición arrancan en 1966 cuando Tsurita contaba con tan solo 19 años. Hablamos de una jovencísima dibujante que entra en nómina en la famosa revista Garo, toda una excepción dentro de un mundo predominantemente masculino. Tsurita además decide apartarse del camino (pre)establecido para la mayoría de las mujeres mangakas: en vez de realizar obras de carácter romántico (shōjo), apuesta por la vertiente más alternativa, la del gekiga

Bautizada como la madrina del manga experimental, la diversidad temática que recorre las historias de este volumen son un fiel reflejo de las particulares obsesiones de cada momento de la corta vida de su autora. Desde sus inicios, donde predomina una clara tendencia hacia la ciencia ficción, la ucronía y la distopia hasta su etapa final, donde claramente apuesta por la vertiente más experimental con querencia al art nouveau, haciendo gala de una total libertad en la composición de página y el dibujo que nos remite formalmente a nombres contemporáneos del cómic occidental, como CF (Christopher Forgues) o George Wylesol. En esta antología también hay lugar para las historias de carácter político-reivindicativo, las fábulas de animales, la lucha de sexos o los viajes alucinóginos con un punto esotérico -la historia que da título a la antología hará las delicias de los amantes del ocultismo y los portales dimensionales-.

Una muestra de la apasionante singularidad de una autora que profesaba una pasión sin limites por el manga.
Al igual que sucede con Yoshiharu Tsuge o Seiichi Hayashi, no deja de sorprender que unas historias que tienen a sus espaldas más de cincuenta años aguanten el paso del tiempo conservando intacto su innovador y experimental espíritu primigenio.