Si bien a día de hoy la historia puede resultar algo naïf o anquilosada y muy apegada a su contexto original sería necesario subrayar cuales fueron las circunstancias en las que se gestó:
recordemos que la serie nació para sustituir en las páginas de revista belga Bravo! al Flash Gordon de Alex Raymond que por aquel entonces fue prohibido por la censura alemana.
Esta nueva edición de lo que se podría considerar el prólogo o antesala de la reconocida serie Blake y Mortimer de E.P. Jacobs es un pequeño tesoro que ya se reeditó hace unos años pero que gana enteros con el gran trabajo que ha realizado Bruno Tatti a la hora de respetar la paleta original de colores
Aunque el argumento en sí, a estas alturas, pueda resultar ya un tanto convencional y sorprender poco al lector de los dos miles, lo que sí resulta genuinamente atractivo de Silencio es la construcción de atmósferas y paisajes, así como sus narrativas de acción muda. En Didier Comès (Sourbrodt, Bélgica, 1942) no es difícil de ver la influencia de los lápices de Hugo Pratt tanto en su trazo como en el diseño de algunos personajes e incluso en la composición de algunas viñetas. También en la búsqueda de la inmersión del escenario, aunque Comès llega por otras vías. En esos espacios rurales que plasma en el papel, el autor se ensimisma en la búsqueda de dibujar lo intangible (el viento, el frío, el relámpago) de una forma en que lo natural se convierte casi en mágico
Iván Galiano
John Wagner y Carlos Ezquerra co-crearon a Judge Dredd pero fue con la llegada de Brian Bolland (a principios de los ochenta), cuando el personaje alcanza su cénit; en gran parte por la creación de dos personajes claves dentro del universo como Judge Death (Juez Muerte) o la Jueza Anderson y en parte también por la impresionante pericia gráfica de Bolland que sin duda mejoró la icónica apariencia del Juez Dredd, consolidando así su impacto duradero en la historia del cómic. Este volumen recoge un excelente material extra (bocetos originales y portadas) que hará las delicias de los adoradores del justiciero de Mega-City One.
Sin duda una de las series fundamentales del seinen pero también del cómic en general. Matsumoto pone aquí de manifiesto toda su pericia como dibujante y guionista. El elenco de los personajes (magistralmente perfilados) así cómo su peculiar trazo, arraigado en los cánones formales del manga pero totalmente innovador en su ejecución, convierten a esta obra autobiográfica (la infancia del autor transcurrió en una casa de acogida) en uno de los trabajos más personales del autor de Tekkonkinkreet o Ping Pong. La evocación en clave poética del desorden vital imperante en la vida de los protagonistas le valieron a Matsumoto el Cartoonist Studio Prize o el Japan Media Arts Festival. Indispensable
Entre las novedades editoriales del año en curso, Ponent Mon presentaba un inmenso recopilatorio – casi trescientas páginas en álbum cartoné – de la serie El comisario Spada de Gianluigi Gonano y Gianni de Luca, originalmente editada en la revista católica italiana Il Giornalino entre 1970 y 1982. De un total de dieciocho arcos narrativos, aquí se han seleccionado cuatro: El accidente (1970), El hombre con agallas (1971), El caso de la flecha (1972) y Gerónimo (1973). Todos ellos anteceden, por tanto, al célebre ciclo shakespeariano de La tempestad (1975), Hamlet (1976) y Romeo y Julieta (1976) por el que Gianni de Luca es mundialmente conocido. Lo anteceden y casi lo prefiguran ya que el modelo de “narración continua” de este último – en que cada página comprende una sola vista donde zigzaguean los personajes – asoma en muchas viñetas del Comisario Spada, descomponiendo el movimiento de sus habitantes.
Breixo Harguindey (Leer toda la reseña)
El Bar de Joe, un pionero entre los spinoffs del cómic, nace como respuesta al bloqueo de los derechos de Alack Sinner, su personaje insignia, ofreciendo un refugio en las historias que se desarrollan en un bar neoyorkino. Este tomo recopila por primera vez las historias que originalmente vieron la luz en la revista À suivre a principios de los 80, proporcionando una visión única de los personajes que poblaban este entorno alternativo.
El trazo de Muñoz captura magistralmente el impulso visceral del jazz, que impregna toda la obra y se refleja también en los diálogos de Sampayo. Este cómic, precursor en su enfoque, trasciende géneros, dejando una huella que perdura y se reconoce hoy en artistas contemporáneos como Tatsumo que juegan con esa misma clave de aparente volatalidad y desencaje en el trazo.
Enriquece la experiencia una entrevista a los autores, Sampayo y Muñoz, realizada nada menos que por Igort.
El historiador del cómic y editor en El Nadir, René Parra, reconstruye la trayectoria profesional del dibujante Carlos Gómez Carrera “Bluff“, fusilado en el año 1940 por el franquismo en Paterna. Parra ofrece un riguroso relato de la vida y obra de “Bluff”, revelando aspectos inéditos de la farsa judicial que lo llevó a la condena de muerte, vinculada no solo a sus caricaturas antifascistas, sino también a historietas supuestamente subversivas dibujadas en prisión.
Otro pedazo de la historia del cómic que al margen de revelarnos una de las obras gráficas más interesantes -y desconocida para muchos- sirve a la postre para conocer mejor la idiosincracia de un país empeñado en olvidar algunos episodios incómodos de su memoria reciente. Exquisito y necesario.
El fondo de catálogo de la revista El Víbora es como un pequeño yacimiento de petróleo del cómic nacional underground de los años 80/90. Las buenas gentes de La Cúpula sabedores de ese patrimonio nos obsequian año sí y año también con alguna de sus joyas. Este año (amén del titánico esfuerzo que ha supuesto la edición de Krazy Kat) el rescate con el que nos han obsequiado es esta edición ‘definitiva’ de Taxista, el personaje de Martí Riera Ferrer. Hasta hoy el lector solo se podía contar con la edición integral que realizó Glénat en 2004, descatalogada evidentemente. La presente además incluye una historieta publicada en La Cruda.
Las desventuras de Taxista Cuatroplazos en el wild side barcelonés pre-olímpico son un auténtico pepinazo donde se mezclan los tics del cómic noir del Dick Tracy de Chester Gould mezclado con Roberto Alcázar y Pedrín y con la hipérbole propia de los cartoons. Todo a través de ese finísimo estilo gráfico en puro blanco y negro que haría las delicias de Seth. Un grower en toda regla que sorprendentemente había sido relegado a un inmerecido olvido. El rescate del año.
La recopilación Impact de EC Comics ofrece una ventana fascinante al apogeo de la Edad de Oro del cómic. Publicada por EC entre 1955 y 1956, esta serie que contó solo con 5 entregas (la censura ya había proporcionado una gran estocada a la editorial y este era su último cartucho) presenta una variedad de historias impactantes y provocativas en géneros como ciencia ficción, crimen, horror y bélico. Con contribuciones de autores como Jack Davis, Bernie Krigstein y Wally Wood, las historias de Impact destacan por su narrativa sofisticada y sobre todo aquí por sus giros inesperados.
La recopilación incluye la historieta Master Race (Raza superior) una narración intensa que aborda temas de culpa y redención en el contexto del Holocausto. El uso magistral de la composición visual y el diseño de viñetas por parte de Krigstein establece un estándar elevado en la narrativa gráfica. Algunas de las páginas que se incluyen aquí han sido determinantes en autores como Charles Burns o Daniel Clowes quién además en su último trabajo, Mónica, realiza justamente un impresionante homenaje a la factoria de EC Comics. Fundamental
Jordi Canyissà se echa a la espalda la labor de identificar los muchos recursos, técnicas y tropos de Ibáñez agrupándolos en tres bloques: uno dedicado al dibujo, otro al humor y otro a la narrativa. El repaso se viene acompañado con todo lujo de detalles: viñetas a gran tamaño y reproducción de originales. El recorrido es tan exhaustivo como entretenido y creo que negocia un término medio entre el academicismo de la historieta y el libro popular buscando ser un libro cercano para todos. Se consigue así, en mi opinión, elaborar el mayor cumplido hacia el homenajeado: construir a partir de su obra un manual para entender y apreciar todos los ricos recursos del medio.
El libro se completa con una parte más de homenaje explícito compuesta por citas y dibujos de un buen puñado. Desde Pilarin Bayés a Ana Penyas y con textos de Jordi Costa o Carlos Areces. Empaca el libro una edición cuidada que nos recuerda al buen hacer que tienen nuestros vecinos franceses para este tipo de obras.
Iván Galiano
Domingos con Walt & Skeezix recopila las páginas dominicales del famoso cómic Gasoline Alley creado por Frank King. Publicado entre 1921 y 1969, el cómic sigue la vida de Walt Wallet y su hijo adoptivo Skeezix. Esta recopilación ofrece una ventana única a la evolución de la sociedad estadounidense a lo largo de décadas, capturando los cambios en la moda, tecnología y cultura popular. Con un estilo de narración afectuoso y detallado, la obra destaca por su habilidad para reflejar la cotidianidad y los valores familiares. Piedra de toque del cómic norteamericano e inlfuencia determinante en autores como Chris Ware.
La edición de Diábolo es estupenda reproduciendo el (gran) tamaño de las páginas dominicales y sin escatimar en cuanto a gramaje de papel e impresión: espectacular.
El gran libro de Cuttlas es perfecto para la bibliomancia. Sólo tienes que repetirte esa pregunta que te atormenta, cerrar los ojos y abrir el libro por alguna de sus más de 700 páginas para encontrar una respuesta. Podría estar horas así. Abriendo al azar el libro buscando alguna iluminación que me saque del ensimismamiento. Hago esta actividad a menudo con mis libros de Carlitos y Snoopy, algunas veces busqué un substitutivo en Google. Ponía Cuttlas + alguna palabra relacionada con mi tormento (también con alguna alegría, o con palabras aleatorias fruto del aburrimiento), pero a la tercera empezaba a ser insatisfactorio por culpa de la repetición y las carencias del famoso algoritmo. Por fin Reservoir Books suple esta carencia para colocar al vaquero con patas de palo el lugar que le corresponde.
Una obra maestra en forma de tocho -¡el libro pesa un quintal!- que sigue leyendo con la frescura y el asombro con que lo descubrimos hace ya unas décadas en las páginas del diario.
Quique Ramos (Leer toda la reseña)
Os aseguro que esta joya que ha ido puliendo durante años la buena gente de Ediciones La Cúpula tiene mucho más valor que los 34 euros que marca en la contracubierta. Cuando George Herriman empieza a dibujar las planchas dominicales de Krazy Kat lleva ya unos tres años haciendo la tira diaria. Ya tiene bien integrada la dinámica de los protagonistas, el entorno en el que se mueven y su lenguaje. Lleva casi veinte años de carrera profesional a sus espaldas y se encuentra en un momento muy dulce. En estos primeros años, además, el universo de personajes secundarios es todavía rico y juega un papel importante. Con los años, el vecindario de Coconino se irá despoblando, quedando muchas veces el trío protagonista.
El esfuerzo titánico de Emilio, Iris, Natalia, Sara, Mar y Rubén Lardín es incomensurable.
¿Se trata de la mejor edición restaurada de Krazy Kat? Lo es. Más pulida que la de Fantagraphics. La rotulación de Iris es sublime. Y traducir Krazy Kat es una quimera de la que Rubén Lardín sale tirando por el camino que él cree que debe seguir. No se puede hacer de otra forma. Quien quiera la versión original, no tendrá unas planchas tan bien restauradas como las que encontrará en este libro. OBRA MAESTRA.
Marc Charles