A la hora de enfrentarse a una adaptación literaria, sea al medio que sea, surgen siempre las mismas preguntas: ¿es necesaria? ¿Qué aporta a la obra original? Si la adaptación es, como es el caso, de novela a cómic, surgen además otras cuestiones: ¿estamos ante una versión ilustrada de la novela? ¿Una adaptación para que la novela original “entre mejor”?
¿Y en el caso que nos ocupa? Matadero Cinco (el cómic) es una adaptación de la obra que Kurt Vonnegut escribiera en 1969, de la mano del guionista Ryan North (Ottawa, Canadá, 1980) y el dibujante Albert Monteys (Barcelona, 1971), que fulmina esas posibles suspicacias desde la primera página.
Matadero Cinco empieza narrando la historia de Billy Pilgrim, un soldado norteamericano en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese punto de partida recorreremos distintos momentos de la vida de Billy, que se ha “descolgado en el tiempo” y que vive esos capítulos de su vida de forma aleatoria y sin solución de continuidad. En uno de estos pasajes, el protagonista es abducido por los tralfamadorianos, unos seres alienígenas que ven el mundo en cuatro dimensiones. Es decir, contemplan la vida de las personas de forma completa, como un todo. Para ellos, una persona muerta simplemente está en un punto distinto al que se encuentra siendo un bebé, casándose o celebrando su decimoctavo cumpleaños. Así, la obra nos lleva, como a esos seres alienígenas, a ver la vida del protagonista a través de estos cambios temporales, completando poco a poco el mosaico de su vida.
North y Monteys consiguen sortear el peligro de hacer una novela ilustrada aprovechando la infinita variedad de recursos narrativos que el cómic
Matadero Cinco se olvida pronto de que es una adaptación literaria y se muestra desde el primer momento como lo que es: un cómic. Parece una obviedad, pero retomando lo que decíamos al principio, es muy fácil que al adaptar una novela al cómic los autores caigan en la trampa de acabar haciendo una novela ilustrada. North y Monteys consiguen sortear ese peligro aprovechando la infinita variedad de recursos narrativos que el cómic pone en sus manos y que ambos dominan a la perfección.
Menciono a los dos autores, Ryan North y Albert Monteys, porque realmente resulta difícil separar el trabajo de uno y de otro. Las grandes obras del cómic son aquellas en las que nos es difícil distinguir qué elementos son propuestas de guion y cuáles de dibujo y el trabajo de ambos autores se difumina hasta fusionarse. En este caso, da la sensación de que los dos autores han trabajado exprimiendo al máximo la historia original, destilando su esencia y sacándole todo el partido al lenguaje al que la estaban adaptando.
Una historia que nos lleva a través de saltos en el tiempo, de una vida fragmentada en distintas lineas temporales que, gracias a un envidiable uso de la narración, se entrelazan de manera orgánica y natural, alternando entre el drama y el humor negro, entre pasado(s) y futuro(s) poniendo sobre la mesa temas como el horror de la guerra, los conceptos de triunfo y fracaso o el sentido mismo de la existencia, con todos los fallos, triunfos y flaquezas a los que nos enfrentamos como seres humanos.
Las grandes obras del cómic son aquellas en las que nos es difícil distinguir qué elementos son propuestas de guion y cuáles de dibujo y el trabajo de ambos autores se difumina hasta fusionarse
Mención destacada merece del dibujo de Albert Monteys. ¿Qué podemos decir a estas alturas que no se haya dicho ya? No solo su dibujo es exquisito, es que sus composiciones de página y soluciones narrativas son una maravilla. Monteys domina el tiempo con una soltura increíble, es capaz de sintetizar una vida entera en una doble página, sobrecogernos con un plano general de la población alemana de Dresde milimétricamente ejecutado, o presentar personajes simplemente con un gesto, una pose o una expresión facial. La capacidad expresiva de sus personajes, las combinaciones de estilos, desde el storyboard cinematográfico a los cómics pulp de los años 50… son recursos que nos demuestran que Monteys no es solo un excelente dibujante, sino un narrador excepcional, con infinidad de recursos bajo la manga que no dejan de sorprendernos y atraparnos más y más a cada página que pasa.
Mención aparte merece el inmejorable uso del color del propio Monteys con la ayuda de Ricardo Zaplana, que nos transporta a cada una de las épocas y ambientes que se suceden en el libro. Un uso excelente al servicio de la historia en línea a lo que el autor nos tiene acostumbrados en sus obras anteriores. Uno de los mejores autores esp… no, uno de los mejores autores de cómic, a secas, en el panorama actual.
La edición de Astiberri sin duda hace justicia a la obra. Grande, con tapa dura, buen papel, una impecable traducción de Óscar Palmer y, creo que hace falta destacarlo, un precio muy ajustado que hace la obra mucho más accesible a todo tipo de bolsillos. Chapeau.
El acercamiento a la ciencia ficción que Albert Monteys inició con la personalísima ¡Universo! y continuó con Solid State sigue expandiéndose con este Matadero Cinco. North y Monteys ofrecen un auténtico despliegue de recursos, composición y color que maravillan desde la primera página y que elevan la obra a mucho más que una adaptación del texto literario de Vonnegut. Un cómic con personalidad, que sabe ser al mismo tiempo divertido, maravilloso y emocionante. Una obra fascinante.
Es inevitable, después de su lectura, sentirse un poco tralfamadoriano, sosteniendo el tomo en nuestras manos y pensando que allí, entre esas páginas, vive y al mismo tiempo muere Billy Pilgrim. Así fue y será.