Apa Apa está admirablemente dando la alternativa a un buen montón de autores que llevan un tiempo haciendo interesantes pinitos autoeditándose y que tienen una personalidad autoral muy descarada y ajena a las tendencias comerciales. A Carlos G Boy (Puerto Real, 1983) ya le había leído algún trabajo anterior en el que ya se podía palpar su gusto por los universos/trasfondos distópicos, los protagonistas descontentos con su lugar en el mundo y un tonillo de irreverencia mutable.
Parque Ciudad recoge todas esos aspectos, por lo que no ha resultado en una gran sorpresa. Todavía más, ha construido un universo que parece servir perfectamente a ello y, a diferencia de lo precedente, lo ha presentado al lector perfectamente introducido, organizado y estructurado. Ello va perfectamente a tono con el bizarro mundo que ha pergeñado con sus peculiares normas, su estructura social mecanicista y productivista que se antoja en esperpento, un espejo deformante de la realidad.
La combinación entre forma y fondo no deja de ser delirante. La historia tiene un algo de cómic frankmilleriano en su voluntad de retrato urbano global, con sus caras ocultas, sus elementos despreciables, sus héroes inesperados, sus tribus callejeras, su violencia y sus giros tragicómicos. Todo ello, sin embargo, contado con unos protagonistas parecen sacados de máquinas de bolas a un euro, con sus colores estridentes, sus formas brutas que se antojan mal esculpidas. El conjunto acentúa el tono de sátira en un relato que se canaliza a través de un misterio que se convertirá en épica bien-mal, resuelto de la forma más inesperable y lateral posible.
El estilo de G Boy, de trazo tosco e irregular pero completista en la composición y su paleta de colores variados y llamativos pero que evitan la estridencia, sostienen perfectamente el paradigma de la propuesta a nivel estético. En resumen, una carta de presentación ejemplar de una voz artística con mucha personalidad.