Quien conozca a Roberto Massó (Cáceres, 1987)  sabe que es un autor que ha pasado mucho tiempo preguntándose por los aspectos básicos de la narrativa visual en cómic. Ha estudiado como funcionan aspectos como el ritmo y la composición en cómic, entendiendo que tiempo y espacio es una misma cosa. Y así, con ese dominio fundamental del lenguaje Massó puede contarnos cualquier cosa de forma impecable.

En este caso, nos sorprende con este Vida rana, una fábula fantástica sobre la mente de una persona atrapada en el cuerpo de una rana. Desconozco si Massó lo empleó como punto de partida pero la premisa recuerda poderosamente a la parábola del sueño de la mariposa de Chang Tzu, en la que dicho filósofo soñaba que era una ídem y al despertar dudaba de si en realidad era una mariposa soñando que era un hombre. Si la historia procede de ahí, Massó la adapta completamente a los tiempos presentes, no solo a través de referencias modernas, sino también de ciertas pulsiones contemporáneas como la necesidad de reafirmación identitaria, la autoexigencia por ser mejor, la lucha contra el síndrome del impostor y el miedo al fracaso. Todo ello en un universo, el de la charca, que a pesar de ser una charca es también un reflejo de la sociedad con sus clubs privados, sus exigencias de currículum y, en fin, sus estafas.

Massó controla el relato con la selección oportuna de como y donde encuadrar cada pieza del conjunto ya sea imagen o texto, relacionando unas con otras, yendo mas allá de la mera secuencia. Así, consigue expresar la disonancia o acercamiento entre la realidad física (cuerpo de rana, imágenes de la charca) con el discurso mental (imágenes de recuerdos, monologo interior) necesarias para desarrollar la historia.