A D.J. Bryant (Raleigh, USA, 1979) le llevó siete años completar las cinco historias que componen este Unreal City. Una de las historietas, Evelyn Dalton-Hoyt había aparecido previamente en el número 19 de la revista MOME (Fantagraphics), coordinada por Eric Reynolds. Lo primero que llama la atención de este Unreal City es la gran solidez y la pluma certera de Bryant para el erotismo pérfido, en unos entornos dibujados de manera detallada y una atención por el detalle oscuro y anguloso. Las influencias de Daniel Clowes o el Tim Hensley más caricaturesco son evidentes y tampoco hay que desdeñar esa teatralidad psicótica y surrealista, propia del Lynch más Peakasiano.

Las cinco historias que componen el álbum exploran otras tantas relaciones de pareja fragmentadas y crean una sensación coherente de conjunto. Como lectores entramos en sus vidas justo en los momentos más inapropiados, aquellos en los que estos personajes imperfectos intentan en vano salir indemnes de las procelosas aguas del sexo, el amor y el odio. Y es justo en estos instantes cuando es más fácil explorar las emociones: lo malo, lo oscuro y lo realmente desagradable y feo.

Cada una de las historias tiene un componente surrealista, a veces centrado más en lo humorístico y otras, más en lo decadente. Echoes to Eternity juega con el intercambio de roles dentro de la pareja, un juego que aparecerá de nuevo en la última historieta, Objet d’Art, la más larga del volumen y, quizás, la que más flaquea en algún momento.
The Yellowknife Retrospective es la única en color y la que tiene un estilo más cartoon, la que se acerca más al universo de Hensley, aunque el autor de Carolina del Norte tenga en mente la parodia gorrina de Spiderman, Spider-Ham. Esta es la primera historieta que concibió Bryant como parte de un todo; en ella se centra en seguir la carrera artística de Jack, usando el viaje temporal como divertimento narrativo. A esta le sigue Emordana, una pieza que recuerda poderosamente al teatro del absurdo de Samuel Beckett o del dramaturgo estadounidense, Edward Albee, autor de Quién teme a Virginia Woolf, al que el dibujante cita como influencia evidente.
La obra estrella del libro es Evelyn Dalton-Hoyt, adaptación de la historieta de Steve Ditko, Driven to Destruction (Haunted v1 nº4, Charlton Comics, 1972), historieta que coloca al lector en medio de una destructiva y peligrosa relación de pareja. Evelyn y Henry se llevan constantemente al límite y tratan de someter al otro, herirle, con la intención de exterminarlo. Bryant juega brillantemente con el lector para que sus simpatías con los personajes vaya cambiando conforme avanza la historia. Una joya de historieta en la que se suceden los homenajes no solo a Ditko, sino al cine negro clásico o Russ Meyer.

Un dibujante que desciende de la escuela de Milton Caniff, elegante en la elección de planos, potente con el uso de luces y sombreados

Y es que las influencia cinematográfica destaca en la narrativa de Bryant, un dibujante que desciende de la escuela de Milton Caniff, elegante en la elección de planos, potente con el uso de luces y sombreados. Pero el dibujante afincado en Seattle admite su deuda con Romita Sr. y Russ Heath, dos de los autores canónicos de la Marvel de finales de los 60 y la década de los 70.
Cuando de la nada aparece un tipo como Bryant, avalado por Fantagraphics y recomendado por Nico Fatbottom, no queda otro remedio que sentarse y leer con atención estas historietas. La apuesta de La Cúpula es grande y no solo por el tamaño y el precio, sino por tratarse de una recopilación de historietas cortas que, aparentemente, tienen menos tirada comercial. Esperemos que la jugada funcione y abran la puerta a otros libros de autores aún inéditos que se mueven de manera fenomenal en el relato breve, como Josh Simmons o el mismo Noah Van Sciver. Este Unreal City lo vale.