En 1983,99 se hace difícil adivinar que va primero si el juego con la imagen que puede parecer un ejercicio de estilo o el mensaje preciso y clarividente. LeRaul emplea una multiplicidad de estilos, frecuentemente apoyados ennimagineria de la cultura popular, según sirva mejor a la idea planteada y se desenvuelve bien en todos ellos. Ácido, irónico y certero pero en alguna ocasión también un poco simplista o estigmatizante (¿Qué trauma tiene con las señores con boina?), 1983,99 guarda unas cuantas perlas y una muestra interesante de ingenio visual
Un estilo personal pero que no deja de evolucionar, tanto en el planteamiento de las páginas, la disposición de las viñetas, las secuencias, como en los escenarios y el uso del color. Un uso del color espectacular que refleja esas noches invernales serenas con auroras boreales de una forma que hace resaltar la propia naturaleza.
Quizás sea pronto para hablar de una nueva escuela valenciana, pero sí que hay una ola de autores que desde el Levante están marcando mucho de lo que se cuece hoy en día en los tebeos. El fanzine Nimio desde luego ha sido una base fundamental para ello y Tamarit se ha convertido en la punta de lanza de esa nueva generación de autores que están ya ofreciendo obras tan sólidas como esta Loba boreal.
Iván McGill trae en terapia un tebeo sinuoso, fluido, plástico con ese regustillo a tragicomedia que ya ha aparecido en alguna de sus obras anteriores. Terapia cuenta la historia de una sesión de idem casi casi como la excusa para dejar que un trazo limpio y claro vuelve por la página plegando a su antojo las normas y convenciones de la secuencialidad en el medio como si un Escher travieso se apoderara de la página. En el relato, la terapia de autoconocimiento practicada tiene que ver con desarrollos creativos como el diseño de mapas o transmutacuones que derivan en procesos delirantes alejándose del objetivo inicial. Práctica así una divertida sátira que pone en evidencia como algunas terapias de “autodescubrimiento” en realidad son de construcción de la identidad y que en su apariencia de creación de orden generan caos.
Las cuatro historias aquí contenidas se devoran gracias a una narrativa de recursos sencillos, que no busca muchos efectismos pero si establecer cierto tono y atmósfera. El dibujo, constante con subobra anterior y del que no aprecio muchas variaciones, es limpio, elegante y conciso manchado con unas acuarelas que dan vida, ambiente y algo de emoción.
Nadar aspira a ser Nadar y en una escena del cómic en la que muchos autores abusan de homenajes y ecos a otros, la simplicidad y autenticidad con la que se despliegan aquí historias que se leen tan frescas como cercanas, en resumen, la naturalidad, es de agradecer.
Este tebeo se puede leer muy rápido pero merece la pena gozarlo con detenimiento porque cuenta con varias capas. Al leerlo sin prisas se revela el significado de cada detalle. Por ejemplo, podemos fijarnos en las muecas, en los gestos que explican sensaciones. En el uso narrativo del color. En los objetos cargados de significado. En las perspectivas, la arquitectura o los escenarios, que actúan como un personaje más. Nos encontramos con espacios normalmente llenos de gente (un concierto, un colegio, un hospital), pero los protagonistas siempre están solos. O se sienten solos.
Excepcionalmente ilustrado por la gracia de Mr. Ed (autor que no publica aquí tanto como nos gustaría), este cuaderno de bitácora nos acerca a la experiencia que vivió en primera persona Lluc Silvestre cuando decidió embarcarse en la organización del festival musical Visa For Music en Marruecos. Choque cultural, tópicos del mundillo musical…ingredientes suficientes para montar una historia que además de contar con una agilidad narrativa notable se nos muestra a la postre como una interesante obra de superación personal.
El talento gráfico de David Rubín se pone al servicio de su obra más personal, donde además el autor se ha atrevido a asumir ciertos riesgos: acercarse a grandes temáticas de carácter existencial, jugársela con el enfoque (visto como está el patio no sería de extrañar que algún alma woke despistada pretenda sacar a colación algún que otro tópico trasnochado), apostar por editar primero aquí esquivando suculentas ofertas de otras latitudes. El resultado es una trabajo de considerable envergadura (en todos los sentidos), una apuesta valiente y rotunda que se muestra como un ejemplo incontestable del talento de uno de los mejores autores del cómic actual.
González tiene también un estilo muy concreto de contar historias, llenas de diálogos divertidos y rápidos y con pasajes más oníricos o sutiles. En este cómic aparecen muchas referencias a la cultura popular, ya sea el mundo del anime (con sus Sailor Moons y sus Narutos), al punk, a la literatura de terror o a los videojuegos. Grito Nocturno es un cómic sobresaliente, como ya fueron The Black Holes o La Reina Orquídea. Una lectura esotérica y absorbente y un regalo para los ojos.
El cercle de Loplop es la primera aventura larga del filosofo hiparxiológico Frances Pujols, que en esta aventura hace de detective, frecuentador de círculos artísticos y accudentado heroe de acción. Los autores emplazan la acción en la Barcelona de principios de siglo en ese mundillo romántico que muchos hemos creado en nuestra cabeza entre cultos masónicos, espectáculos esotericos, arte modernista y efervescencia politica y social. Todo eso, (ya practicado en Narcis Monturiol i les pedres del infern) con sus parajes urbanos emblemáticos aparece en esta aventura, sembrada de personajes históricos en la que el protagonista se difumina un poco ante los estrambóticos y apurados secundarios
La propuesta con un estilo de dibujo clasico busca el disparate y el enredo más que una trama sesuda y profunda. La persecución de unas reliquias se torna en una mezcla de aventura y vodevil que no hace prisioneros. Es, de hecho, una carrera que culmina con una disparatada persecución en la que la acción al más puro estilo americano (superpoderes de por medio) se da la mano con el slapstick francobelga más disparatado.
Espada es la que es más puramente de género, un cómic de “espada y brujería” pero en la que, a diferencia de otras obras del mismo, las convenciones están al servicio de la historia y no al revés. Aquí el trasfondo fantástico parece una excusa para contar un relato sobre como una generación joven se enfrenta con su progenitora para cambiar la forma en que se acumula y se gestiona el poder (la riqueza, los recursos, etc…). Colazo va más allá del maniqueísmo y, en una lectura aplicada a nuestra realidad, enfocaría el dilema de fondo como una definición del mundo en el que vivimos y el sistema que lo lleva lentamente hacia su ruina. Aunque Espada no está exenta de los elementos esotéricos que son ya recurrentes en su autora. De esta forma, su estética fantástica se híbrida con una de estética alienigena que permite llevar el paisaje a unos terrenos visuales diferentes.
López es un autor veterano que declara abiertamente que tira de nostalgia para estos tebeos, en los que refleja sus memorias. Pero lo hace de forma innovadora y muy ingeniosa, consigue que ese humor clásico funcione perfectamente en la actualidad, vuelve a demostrar que los personajes de siempre todavía tienen mucho que contar. Y lo hace con su personal estilo, un dibujo que los lectores añejos podemos identificar ya desde sus historietas del ministro de El Jueves en los 80. Un estilo personal en que los personajes clásicos se pueden identificar sin problemas, haciéndolos suyos. Una tarde con Himmler es un tebeo tremendamente divertido, que despierta la nostalgia pero que también nos recuerda oscuras páginas de la historia para que estemos atentos a nuestro presente. Alfonso López confirma que hay mucho camino en esa vía que abrió hace años para reinterpretar los personajes de Bruguera, y de la que vamos teniendo más ejemplos, como el reciente Pacto de Paco Sordo (Nuevo Nueve, 2021), ganador del premio nacional. Ojalá una Nouvelle Bruguera, los cimientos están puestos
Si de algo dejan testimonio estos trabajos es que Lorenzo Montatore no sólo tenía unas ideas muy claras de lo que quería hacer desde el principio, sino que también el cómo lo quería hacer. De sus aspectos esenciales que hemos visto en su obra posterior proliferan por aquí dos especialmente: uno, el autobiográfico, que se filtra a través de breves piezas en historias de búsqueda y expresión de diversos temores e inquisiciones. Otro el de la galería de sus amores literarios, musicales, comiqueros, etc. que se manifiestan una y otra vez. También de sus variaciones en la forma, permutaciones de un estilo de caricatura que estruja brillantemente la geometría hasta hacer que rebose toda la expresividad que esta pueda contener. Obras incompletas es, pues, un testimonio del cambio de los tiempos y de cómo desde lo editorial, ahora, se puede poner de relevancia al autor de la mano de su obra.
Centrada en lo años que pasó Goya en su casa de La Quinta del Sordo, en la que llevó a cabo sus famosas Pinturas Negras, Gutiérrez y Romero construyen un retrato, a la larga conceptual, en el que la obra del pintor permite explicar al autor y viceversa. Toda la historia está dirigida hacia una gran gestalt final que expresa como los autores han aprehendido la figura del biografiado, desde su punto de vista, y su influencia en los artistas posteriores.
Obra altamente expresionista, me ha recordado a la de Dave McKean con la que contacta en muchos aspectos.como el gusto por la integración de una variedad de tecnicas o la parrilla en celdas modulables (qur también permiten ahogar y liberar) vista en Señal y ruido y en Cages, que coinciden en su mística para hablar de autores, del arte y de los porqués asociados.
Goya Saturnalia sin duda se configura como uno de los cómics biográficos de referencia en este 2022 que, por cierto, acierta también con su bella edición