La publicación de la tercera y última entrega de Berlín, la (de momento) obra magna de Jason Lutes, es una de las mejores noticias dentro del panorama del cómic en 2018. Con ella se cierra un ambicioso cómic-río que ha conseguido con creces el objetivo que se marcaba desde el principio: recrear el panorama social y político de la capital alemana en los difíciles días de la República de Weimar, amenazada desde su mismo nacimiento. Y lo hace apoyado como es lógico en una cuidadosa documentación, pero también -y esa es, tal vez, su mayor virtud- en una enorme capacidad para crear personajes anónimos que bordan sus papeles y dotan de verosimilitud a la obra.