Tercer tomo que cierra la trilogía en la que Paco Roca (Valencia, 1969) ha ido recopilando las historietas de El hombre en pijama, su alter ego, que han ido apareciendo en diferentes publicaciones, principalmente en El País Semanal. Como viene siendo habitual en los tomos de El hombre en pijama lo acompañan un par de historias inéditas. Todo el conjunto sigue con el estilo de las anteriores entregas: las reflexiones de Paco Roca sobre distintos asuntos siempre desde la cotidianidad. Con ese punto de vista -aparentemente- sencillo capaz de plantear temas de cierta envergadura con un toque de humor costumbrista. Estos son los ingredientes con los que construye Roca estas pequeñas historias. En su mayoría no más de dos páginas donde es capaz de tratar y presentar de forma entendedora problemas tan complejos como la deuda internacional, el uso y el abuso de las empresas tecnológicas, la desigualdad económica, el negocio de las farmacéuticas o -en otro orden de cosas- los entresijos de la narración.
Temas complejos presentados de forma sencilla y amena, aderezados con pequeñas anécdotas para buscar la complejidad con el lector, para que se pueda sentir identificado fácilmente. Paco Roca siempre muestra un claro posicionamiento sobre las diferentes cuestiones que trata sin que en ningún momento el lector se pueda sentir adoctrinado. El humor y la modestia con la que se presenta a si mismo en las historietas, combinando el rigor en la información permiten ese acercamiento, esa proximidad con el lector.
Junto a esas historias más ancladas en la actualidad económica (que se han convertido en una preocupación generacional) aparecen otras más enfocadas en las anécdotas personales que tocan temas como la paternidad, el oficio del dibujante o las recurrente presentaciones de libros a las que todo autor debe someterse. Cierra el tomo otra de esas pequeñas virguerías a la que nos tiene acostumbrados: jugando con las casualidades de la vida y con la memoria (uno de sus temas favoritos).
Paco Roca se ha convertido en el referente del cómic español actual, un auténtico superventas. Sus tebeos van acumulando ediciones, tanto nacionales como internacionales: ya se ha anunciado una segunda edición de esta nueva entrega cuando apenas acababa de salir. Y es que el autor valenciano ha sabido conectar con toda una generación de lectores, e incluso crear nuevos adeptos a la lectura de tebeos. Una labor para nada casual en la que el autor ha apostado siempre por estar muy cerca del lector y no separar los pies del suelo, se puede ser un “superventas” sin perder un ápice de naturalidad.
Confesiones de un hombre en pijama sirve también para constatar cierta evolución en su estilo. Si en La Casa utilizó y jugó con diversos experimentos narrativos con la paginación, aquí sigue experimentando (dentro de las limitaciones de hacer estas entregas prácticamente quincenales): juega con un trazo más grueso y rápido en el dibujo, fija la página a una rejilla de 3×3 prácticamente cuadrada y juega mucho con una paleta de colores básicos de tonos pastel con fuerte carga narrativa. Una paleta que a veces puede recordar en los tonos a la que utiliza Álvaro Ortiz. Colores planos que definen los fondos de las viñetas y sirven para marcar cambios temáticos o temporales y también para guiar al lector.
Otro trabajo de Paco Roca donde quedan patentes algunas de sus grandes virtudes; el despliegue de recursos narrativos junto con esa facilidad de mostrarse tan accesible al lector. Algo que parece sencillo pero no lo es, como el fútbol de toque, que esconde bajo cierta simplicidad un laborioso trabajo para transmitir esa sensación de fluidez y cadencia .Confesiones de un hombre en pijama vuelve a ser otra de esas pequeñas maravillas a la que nos tiene acostumbrado; divertido, ameno y con mucha información para reflexionar. El sello de calidad característico de un autor que es capaz de cosechar el mismo entusiasmo entre público y crítica.