Regresa Sergio Mora con una ¿novela? (La Chica de Serie-B, Autsaider Comics, 2024) que desafía las definiciones. Un libro-juego en el que surrealismo y pop se unen para acercarnos a la creadora del monstruo de la laguna negra en una desternillante comedia en la que los géneros se entremezclan.

 

¿Qué es La chica de serie-B?

Es un artefacto kitsch; un libro de humor en forma de novela ilustrada.

 

¿Cómo nace la obra?

Hace unos años descubrí, por casualidad, la figura de Milicent Patrick, me resultó interesante y seguí investigando sobre ella. Tenía ganas de hacer un libro alrededor del personaje pero no veía la manera hasta que creé el personaje de ficción Simón Sagal que se convirtió en el narrador.

 

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La historia de Milicent Patrick se entrecruza con la de Susan y Simón. Ella una feminista muy activa. Él, un macho ibérico de los de toda la vida.

Esa es la forma que me dio juego y me marcó el camino por donde abordar el libro. El narrador, que es un personaje de ficción, cuenta su propia historia y se entrelazan dos tramas en dos tiempos.

 

La lucha de sexos se vuelve crucial en la obra.

Parto de la base de que el concepto “Lucha de sexos” no me gusta. Me parece que los humanos debemos luchar juntos por ser mejores como especie. En el fondo es un libro sobre la empatía y habla de ponernos en la piel de los demás, lo que pasa es que está escrito en clave de comedia y se presentan unas situaciones muy locas, surreales y hasta grotescas donde se refleja lo absurdo que podemos ser los seres humanos, y eso provoca momentos muy divertidos y disparatados.

 

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En el libro hay un giro inesperado de los acontecimientos que aporta una nueva capa de surrealismo al relato.

Sí, es como una especie de “trama secreta”. Todas las personas que han leído el libro han entendido, sin decirles nada, que hay una especie de “pacto tácito” de no desvelarla para que la experiencia de los nuevos lectores sea lo más estimulante posible.  Animo a los lectores que lean el libro para descubrir de qué se trata.

 

El humor hace que, a pesar de tocar temas delicados en el libro, no pises callos (o los pises todos a la vez).

En realidad las comedias “jugosas” suelen basarse en “pisar todos los callos”. Las situaciones incómodas son el terreno más fértil para la comedia, porque el efecto es como cuando un masajista encuentra un punto de tensión y sabe que es justamente ahí donde debe de apretar para relajar la tensión. De alguna manera es el funcionamiento y la finalidad de la comedia y del humor en general.

 

En el libro mezclas el relato con la ilustración y el cómic de un modo que es cada vez más habitual en tu trabajo. En “Las legendarias aventuras de Chiquito” ya anticipabas la necesidad de un lenguaje más transversal que atraviese cualquier expresión de la cultura popular.

Para mi todo es Arte: Un libro, una pintura, una escultura, un cómic, un libro infantil, una instalación, una película, un packaging, la portada de un disco, una canción…

Veo Arte en todas partes, no tengo demasiados prejuicios ni “clasismos” en ese sentido, en cuanto a considerar las cosas como “Arte Menor” o “Arte Mayor”. Para mí eso no depende tanto de disciplinas, o de formatos o contextos…Mis influencias son dispares y vienen de disciplinas diferentes, y por eso, sea cual sea el formato o disciplina que utilice como medio, va a estar contaminado o influenciado por otras disciplinas y formatos, y de forma natural me ha ido surgiendo esta especie de híbrido entre novela cómic y libro ilustrado.

 

Ya en el libro de “Chiquito” anticipabas “La chica de Serie-B” así como otro proyecto con un arquitecto barroco de fondo ¿Será éste tu próximo proyecto?

Quién sabe… dentro de mi trabajo se pueden ir encontrando conexiones, guiños  y pasadizos secretos entre uno y otro proyecto. En la chica de Serie B por ejemplo aparece el Castillo Hearst  en cuya construcción trabajó el padre de Millicent … Ese podría ser un guiño a ese arquitecto Barroco…

 

Realidad y ficción se entremezclan en ambas obras, sin que sepamos diferenciar dónde comienza y acaba cada una de ellas.

Me interesa ese tipo juego narrativo en el que tomo un personaje real y construyó una ficción en torno a ese personaje. Me interesa esa relación entre realidad y fantasía.

Javier Cercas o Borges, por ejemplo, hacen ese tipo de juegos.

 

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Para Bang ya te acercaste al mundo de cómic con La caca mágica. Desde entonces da la sensación de que te has ido despojando de artificios gráficos para centrarte cada vez más en la narración.

Me gusta experimentar, La caca mágica precisamente se trataba de un cómic mudo para primeros lectores. Las palabras han ido ganando terreno y el dibujo se ha ido depurando y simplificando. Cada vez me interesa más la narración. Me gusta mucho contar historias.

 

Si en “Chiquito” el álbum ilustrado parece un referente más concreto, en La chica de Serie-B te acercas más a las novelas pulp, las novelas de Bruguera que alternaban los textos con su adaptación a viñetas o a los cómics mexicanos de consumo rápido.

Para adaptarte al formato habitual de este tipo de novelas recuperas tramas, limitaciones de color y pones énfasis en los errores propios de los productos de usar y tirar.

Esa era exactamente la idea, queríamos transmitir la idea de “novelucha barata”, y esa mezcla con los cómics de serie B de ciencia ficción de los años 50, también con los tebeos para chicas de Romance. Es un artefacto Kitsch.

Queríamos darle un acabado con una impresión offset que pareciese risografía, que es una técnica de impresión intencionadamente cutre hecha con máquinas fotocopiadoras antiguas. Y Ata, el editor, que es un maestro, lo consiguió con gran acierto.

 

Has colaborado con músicos realizando portadas para grupos y artistas míticos, realizado cómics, libros ilustrados… en La chica de serie-B amenazas con llevar tu universo al mundo del cine. ¿Es este uno de tus próximos objetivos?

Me encantaría

 

¿En qué campo te sientes más cómodo?

Me siento cómodo en cualquier campo artístico.  Me gusta la expresión artística en general. Cualquier cosa puede ser “un lienzo”.