La Ilíada de Homero es la primera gran obra de la narrativa. La cólera, que parte de aquella, ha sido mi última adquisición historietística antes del confinamiento por el coronavirus. Si debemos “creer en Alan Moore”, quizá las historias son magia y poder. ¿Prólogo a cambios cósmicos? No sé yo… La anécdota no obstante me sirve para enmarcar en su contexto el nuevo cómic de los autores de Las meninas: el libro se instala en la trascendencia. Con alegría, traviesamente, sí, pero ese es su lugar.
No se debe desentrañar demasiado de La cólera, un relato de inspiración troyana sobre la naturaleza del alma atribulada de Aquiles. Naturaleza que los autores convierten en tesis sobre la cultura europea a través de imágenes poderosísimas y un fondo discursivo hondo, abierto. Sobre todo sorprendente.
En La cólera las imágenes impactan como los invasivos escudos de sus primeras escenas. Los diálogos miran al pasado con vibración de futuro. Y lo que en otras manos serían birli birloques se convierten en defensa del cómic como objeto.
Una advertencia. No ojees el volumen, léelo en orden. O la cólera caerá sobre ti.