Chris Ware, habitual portadista del New Yorker, participa en un interesante experimento: un especie de fotonovela “animada” que justamente tiene como punto de arranque la ilustración de la portada de esta semana.
Chris Ware, habitual portadista del New Yorker, participa en un interesante experimento: un especie de fotonovela “animada” que justamente tiene como punto de arranque la ilustración de la portada de esta semana.