El lector avispado detectará similitudes de estilo y tema con la serie Hora de Aventuras. Y hay que decir que Wellmann guionizó episodios. Sin embargo carece de los subtextos que tenían muchos de los episodios de la serie así como tampoco emplea juegos metarefetenciales. Pimo & Rex no aspira a una complejidad o a las dobles lecturas. Es un tebeo de aventuras excelente
Sfar dibuja con maestría el doble receptor de su obra: el niño que disfruta con las travesuras, el humor desenfadado y la loa a la amistad pura que solo parece darse en la infancia, en detrimento de incluso, los lazos de sangre, como también y sobre todo, al adulto al que ofrece constantes guiños intertextuales para que no pierda un ápice de su interés por la lectura de las viñetas y al tiempo, recupere retazos de su propia infancia a través de la identificación con una relación de lealtad incondicional como la de Vampir y Miguel. Sin duda, una lectura recomendada hasta los 99 años o hasta que la muerte-muerte nos impida disfrutarla.
No me voy a andar con rodeos y voy a empezar afirmando que el que nos ocupa es uno de los mejores cómics de Superman que he leído nunca. Cansado ya de la sobreexplotación de las temáticas de ciencia-ficción, los culebrones familiares y la ostentación de ser el superhéroe más poderoso, Yang le devuelve al primer superhéroe su carácter de cómic social, de combatir las injusticias y las desigualdades, los problemas reales.
Snapdragon es una historia de descubrimiento adolescente que funciona como un reloj. Leyh ha sabido destilar el aroma de esos cuentos que atrapan desde la primera página. No es de extrañar los éxitos de público y crítica que va recogiendo allá donde se publica y que sea una de las grandes apuestas de Astronave para la temporada. A poco que el boca oreja se active, Snapdragon va a cautivar a mucho público lector de todas las edades. No puede ser menos para un tebeo con zarigüeyas.
Debajo de esa aparente frialdad nórdica del cómic de Gärdenfors tenemos una historia humana de esas que tocan la fibra del lector de formas inesperadas, una aproximación personal que deja tocado al lector y con la que es difícil no empatizar. Y es que en el fondo la amistad, sobre todo a esa edad, es una de las experiencias vitales más importantes en nuestras vidas. Verla truncada de la forma que relata Amigo muerto no dejará indiferente a ningún lector. Y Gärdenfors lo consigue con una fría delicadeza llena de estilo.
Con un costumbrismo en el que juega con el drama y con el humor, con sus momentos escatológicos que siempre son resultones para el público infantil, Brosgol relata la experiencia en esa naturaleza salvaje, la ansiedad de sentirse sola y desplazada en un lugar en el que no parece pertenecer, y como a poco va encontrando su lugar y adaptándose. Una experiencia personal muy bien narrada y que va dejando muchos temas de fondo que dan para hablar y reflexionar, por ejemplo, la curiosidad por esa comunidad rusa que intenta mantener sus tradiciones en medio de los Estados Unidos.
Más allá de lo original de su forma, En la mente de Sherlock Holmes es un buen cómic en todos sus otros aspectos: un dibujo efectivo y entretenido, un uso didáctico del color y una historia ambiciosa. Es esta la primera de dos partes y aquí se esboza algo más que un caso “casual”. Más vben parece encerrar un fondo más grande y quizás épico. Veremos en la segunda entrega…
El trazo esbozado y nervioso de Quentin Blake siempre lo asocio con la prosa cáustica de Roald Dahl. Por eso, es toda una suerte que Alba y Andrea de la editorial Meraki se arriesguen con Clown, un cómic sin palabras, una fábula dickensiana, arraigada en la cultura contestataria y satírica de las nursery rhymes, que hará las delicias de los pequeños y de los grandes todavía despiertos y curiosos.
Sin el estruendo que organiza la publicación de las aventuras de otros personajes míticos de la BD que han sido revitalizados en manos de nuevos autores, esta aventura de Lucky Luke no debería pasar desapercibida, ni entre los adeptos ni por supuesto entre los neófitos.
Tenemos un muy buen guión capaz de mezclar la herencia argumental de la época gloriosa del vaquero con las dosis justas de conciencia social (sin resbalar en lo demasiado-políticamente-correcto) referencias históricas bien aderazadas y un dibujo más que sobresaliente.
Este tebeo debería estar en todas las bibliotecas escolares, una aproximación directa con final feliz que hace reflexionar sobre los trastornos alimenticios y contribuir a ser más empáticos ante ellos y quién los sufre. Otro acierto de Liana editorial editado en un formato de gran tamaño que quizás no fuese del todo necesario pero que incrementa las sensaciones que transmite.
Ultralazer es un cómic juvenil de fantasía (y como buena historia deesa índole comienza con un mapa) con grandes dosis de aventura y humor. Sus personajes son carismáticos y divertidos con muy buen diseño. Lo que más destaca de Ultralazer es su maravilloso apartado artístico. Maxence Henry (1988, Cherbourg, Francia) está a cargo del dibujo de personajes, muy estilizados y con un estilo a medias entre el manga (con mucha influencia del arte europeo). Yvan Duque (1990, Angers, Francia) se encarga de los fondos, que parecen ser de gouache, con formas muy geométricas y paletas de en las que priman verdes y azules, en un estilo semejante a los que vemos en la película La Bella Durmiente de 1959
Sigue fascinándome como Montalbá ha mutado un dibujo que recuerda a las caricaturas del cómic underground hacia un comic juvenil que permite ilustrar con efectividad situaciones tanto de accion, como de humor. Esto es porque con inteligentemente, el autor resuelve la accion a través del humor tirando de slapstick. También, ese dibujo tan bien destilado, aporta un fondo urbano que se plasma en varias viñetas y que da mucho carácter a la serie. Y que creo, como ya comenté, que tiene sua referentes en Jan. Por lo demas, quedo con ganas de un tercer volumen. Es esta una serie muy especial
Los Muértimer es un cómic infantil/juvenil muy entretenido y en la línea de la literatura de niños detectives que tan popular resulta. El dibujo de Léa Mazé (1990, Crozon, Francia) es sencillo y muy bonito, usando lápices mezclados con pintura digital. Mazé usa los colores de forma muy expresiva, recurriendo a paletas todos azules y cálidos para las viñetas normales y paletas de marrones para señalar los momentos dramáticos. Esto puede ser muy útil para los niños que no estén muy acostumbrados a leer cómics y aun no entiendan muy bien el lenguaje secuencial.